Ni un minuto pasó cuando me encontré leyendo en una libreta muy usada y cochambrosa algo que había escrito años atrás.
No era mío, pero me
pertenecía. Estaba escrito por mí con letra casi ilegible.
Entre otras muchas
cosas leí:
“Nunca estamos
convertidos del todo. No tenemos tope porque el Señor siempre tira de nosotros
en las Misas, en el Rosario, cuando rezamos; tenemos tendencia a no hacerlo
porque creemos haberlo hecho todo. Eso creemos.
Examinemos.
La llama debe estar
siempre limpia y el aceite debe ser cambiado por uno limpio.
Nos dormimos porque
la virtud no llega, y es que hay que recargar la llama y el aceite.
La puntualidad no es
virtud porque el Señor tarda en venir. No llega.
Buscar la
perfección. Limpiar la llama y el aceite.
Convertirnos
continuamente… ¡Señor dame…!
Es Padre porque
perdona, porque ama… y un día será el final.
Seamos los mismos,
pero nuevos, renovados…
Cualquier tiempo es
intensa actividad en todo.
Buscar el Reino de
Dios y su Justicia. ¡Dios está tan cercano!
Convertirse es dejar
de vivir como hacen todos, aunque sea incómodo. Un nuevo estilo de vida.
Estamos en un mundo
peligroso para que todos seamos iguales, y, ante el Señor, no somos iguales.
Nos quiere diferentes. Se interesa por cada uno de nosotros y no nos quiere
vulgares.
Tener signos diferentes.
Mi vida es distinta
a otra.
¡Distinción!
Calidad superior a
la vulgaridad.
¡Un sello!
El cristiano debe
ser un alma diferente y distinta.
Tener un ¡sello!; el
modelo, para que Él nos configure y modele. Las señales de Cristo Jesús,
parecidas a Cristo Jesús, como una victoria, como una gloria.
Cuando se es cristiano
no somos vulgares y tenemos que recuperar su sello: ¡la distinción! La
distinción no se borra nunca. Sin Dios somos nada. Nos volvemos polvo.
El pecado tapa,
sepulta.
Pidámosle al Señor
su gracia, un Jubileo de Misericordia.
Es algo muy profundo
el Corazón de Jesús que está herido por nosotros.
Reclinar nuestra cabeza en el pecho de Cristo como alma enamorada,
con confianza, sin explicaciones porque se hizo hombre para y por nosotros. Un
corazón que nos espera en conversión con la actitud y caridad del sello
cristiano"
+Capuchino de Silos (apuntes de mi diario)
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