Mi marido dice que soy la “tonta de las cajas” y es
verdad. Las tengo de todo tipo y tamaños. No sé cuántas repartidas por toda la
casa. Para mí son auténticos tesoros. No conozco el alma de ninguna; ¿felicidad?,
¿soledad?, ¿magia, tal vez? Hasta hice una exposición con ellas. Un amigo me
consiguió un montón. Así pude hacer la exposición “Cajas para la vida”. Todo fue a parar a Provida. Se expusieron en un patio precioso de Córdoba
en la calle Capuchino, que después, con algo más, sería el nombre de este blog.
Cada día gozaba con ellas. Salpiqué mi vida de alegría
ensimismada…iba disfrazándolas de papel, pintura y otras técnicas llenas de
júbilo intenso e inexplicable.
Todos los sentidos de la imaginación se llenaban de
colores y de formas, de naturalidad, de sinceridad, de confianza…la cascada de papel
llovía sobre sus tapas dándoles formas a la exigencia de cada una.
Supe, desde pequeña, cuál era mi vocación. Las musas
de la pintura me han acompañado desde mi más tierna infancia y
entiendes que has nacido para eso.
Recuerdo la hoja blanca que encontré encima de la mesa
donde estudiaba de pequeña. Puse encima un espejo donde reflejé mi rostro e
hice mi primer autorretrato. Tenía menos de 13 años. Mis padres lo miraron con
los ojos muy abiertos.
Ese mismo día tuve conciencia de mi verdadera vocación.
+Capuchino de Silos
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