jueves, 22 de febrero de 2018
"...todo en todo"
-Escucha lo que acabo de meditar en la oración antes de la Misa, me decía mi amiga.
"Esfuérzate por contemplar a Dios, espérale interiormente sin cansarte, búscale a la medida de tus pensamientos, violenta tu voluntad y sus decisiones, fuérzalas para que tiendan continuamente hacia Él. Verás como viene a ti y establece en ti su morada. Él está allí, observando tus razonamientos, tus pensamientos, tus reflexiones, examinando cómo lo buscas: si es con toda tu alma, o negligentemente. Y cuando vea que lo buscas con ardor, enseguida se te manifestará, se te aparecerá, te concederá su auxilio, te dará la victoria y te librará de tus enemigos.
En efecto, cuando haya visto cómo le buscas, cómo pones en Él continuamente tu esperanza, entonces verás cómo te instruye, te enseña la verdadera oración y te da la caridad verdadera que es Él mismo. Entonces Él lo será todo para ti: paraíso, árbol de la vida, perla preciosa, corona, arquitecto, agricultor, un ser sometido al sufrimiento pero que no queda afectado por Él, hombre, Dios, vino, agua viva, cordero, esposo, guerrero, armadura. Cristo todo en todos. Igual que un niño no puede ni alimentarse ni cuidarse solo, sino que no puede hacer otra cosa que mirar, llorando, a su madre hasta que ésta, movida por la compasión, lo atiende, así las almas creyentes lo esperan todo de Cristo y le atribuyen todo lo que es justo."
-Sí, es para meditarlo, me retiraré, pero no al desierto.
+S. Macario de Egispto
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viernes, 9 de febrero de 2018
"Agua nieve"
Nos acabábamos de sentar en una cafetería forrada de madera; oscura, fea y desolada por lo enorme que era; estaba completamente vacía, pero tenía calefacción. Las mesas se molestaban unas a otras esperando no sé qué. Nosotras dos éramos las únicas sentadas una frente a otra.
- Cuánto tiempo ha pasado y sin poder ir a
ningún lado, le dije. ¡Maldita gripe! ¡Y qué frío! ¿no?
- No me has dejado ir a visitarte, me
decía dolida; casi sin poder oírla de lo bajito que hablaba.
-Sí, es verdad, pero temía contagiarte. No
te enfades.
-Bueno, me alegro después de todo porque
me he librado de mocos, toses, fiebres y malos humores. Ya te estás recuperando
de nuevo, gracias a Dios.
- Pues sí.
Después de producirse un breve silencio
tomó la palabra de nuevo como siempre hace.
- Si quieres, me dijo, te pongo al día de
lo que leo. Aquí, como no sea de algunos temas, no se puede hablar. Hay eco y
el dueño se entera de todo.
- Estoy con el último mejor libro. El
último es siempre el más jugoso para mí por lo que aprendo. Me embeleso. Es mi
último amor platónico. Te lo dejaré para que lo medites. Te hará tanto bien
como me lo está haciendo a mí.
- Habla de las lágrimas del recogimiento. O
como yo lo llamo: “agua de nieve”
No sabes cuánto gozo infuso puede llegar a
nuestra alma con esas lágrimas de recogimiento. Dice el libro que es como un
deleite sin aroma; sin condición alguna, sin profundidad, sin altura, sin
espacio. No nace, no agoniza. Nos hace entrar en su mundo para que lloremos, y
si hemos de morir…, para que sigamos llorando y suspirando de placer, de gozo
espiritual. ¡Ahora bien!, hizo una mueca; se requiere, una sola cosa: que hay
que tener un cierto recogimiento interior. Sí, eso dice. Con esas lágrimas, las
tinieblas se convierten involuntariamente en luz de medio día y el alma se
llena de resplandores. Son como la buena lluvia. Esas preciadas “aguas” nunca
faltan, nunca se agotan; pueden tardar, pero siempre llegan. El cielo las
acarrea, las conduce hasta la tierra más seca para hacer renacer la hierba de
nuestro huerto para regarlas. Llegan todas de arriba, del Padre de las altas
lumbres. Dice el libro, que por eso se ha de tener recogimiento, para que esas
dulces aguas humedezcan el huerto que se ha de regar; o esa bella fuente donde
las diferentes vías hacen fluir de nuestros ojos las gotas más suaves y
cristalinas que corren dulcemente por las mejillas. Ellas producen descanso,
fortaleza frente a la propia debilidad y desaliento. Dan mucho más de lo que se
pide. Esas lágrimas son para los ojos como el mejor de los colirios porque
producen bienestar y alivio y dulzura.
San Bernardo, dice el libro: “llores con
abundancia quien halle tiempo de llorar” “que tus ojos derramen arroyos de
lágrimas” “que tus párpados no tengan reposo para que tus ojos puedan mirar con
claridad la serenidad del resplandor”
Las lágrimas son como agua nieve que
descienden de lo más alto de la Cumbre, donde se halla el tesoro escondido del
recogimiento. Llevan todas las riquezas y enseñan el hermoso y bello camino en
el mar de las lágrimas. El Espíritu Santo las guía hasta encontrar la vía para
que fluyan.
Antes de la lluvia el cielo se encuentra
oscuro y sombrío, enmarañado y confuso. Después de ella, todo queda claro,
alegre y brillante como un hermoso diamante. Muestra su máximo esplendor y
hermosura sin impedimento alguno. Igual ocurre cuando las lágrimas han brotado
y descendido de nuestras nubes; se retira toda la niebla, toda la oscuridad,
toda la tristeza; queda tanta claridad interior, que las almas aparecen limpias,
cristalinas con un maravilloso brillo y divino gozo bajado del mismísimo Cielo.
-
No sigas, me dejas el libro que lo medite.
+Capuchino
de Silos
Dedicado a Ricardo
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sábado, 2 de diciembre de 2017
Nuestra memoria BIEN ocupada.
Deberíamos, me decía pensativa, volver a vivir aquel precioso día
en el que elegimos ser mejor, con mayor perfección, y acordarnos de atesorar
aquellos bellos momentos dejando el mundo y su vanidad atrás; volver con Él,
morir con Él; creceríamos de virtud en virtud, engrandeceríamos en méritos
delante de Dios y cumpliríamos su mismísimo deseo. No debiéramos ser imagen
falseada, cosa que es muy habitual.
La memoria debería ser para nosotros, el lugar donde está el tesoro
de los que saben lo que quieren, la caja donde se guarda la verdad, el libro
más vivo que no debe ser matado por el olvido. Dios no puede caer en nuestro
olvido nunca y… ¡es tan fácil que lo olvidemos!
Con las palabras de S. Pablo podemos sentirnos aliviados: “Sólo
Dios tiene inmortalidad y en Él viven todas las cosas” Nosotros tenemos la
memoria muy débil.
Tengamos más en ella el deseo verdadero de Dios y no fingido, el que
es grande y no pequeño, para que nuestro corazón pueda llegar a conocer que el
Señor desea el alma que lo ama. Él continuamente la llama y nunca la olvida.
Ese debería ser el principio de nuestra alegría y de nuestra vida.
Desearlo y suspirar siempre por Él; ahora más que nunca; dentro de
muy poco se hará pequeño.
No olvides que mañana empieza el Adviento y entra un tiempo
precioso de esperanza
+Capuchino de Silos
domingo, 26 de noviembre de 2017
Dejando un sobre.
Se alejaban los pasos y dejaron un sobre sin cerrar, debajo de la puerta.
Era de mi amiga. Le di la vuelta y leí: “Luego vuelvo para que vayamos a
Misa de 12. La niña se ha caído y se ha herido en la rodilla. La llevo a
urgencias.
Puedes leer el interior. Hoy es la fiesta de Cristo Rey. No te olvides.
Abrí el sobre y con su letra algo nerviosa, leía:
Me consagro a ti ¡Oh dulcísimo Señor,
Salvador del mundo y creador de todas las cosas!
¡¡¡Perdóname Señor y Rey mío por todos los pecados cometidos a lo
largo de toda mi vida!!!
Me dirijo a ti con la humidad que quisiera tener, pero que no sé si
alguna vez tengo.
Sea, o no sea así, en todo momento se haga tu santísima voluntad para poder darte gracias de
la mañana a la noche.
¡¡¡Estoy viva Señor!!! Pude haber muerto, ¡Tú lo sabes! Me quieres aquí y
aquí me encuentro con ganas de darte LO MEJOR de mí y agradecerte todo lo que
me das cada día y lo que me has dado siempre, que es todo.
Darte, darte, darte quiero, sin pedirte
nada.
Darte mi amor que nunca será algo.
Darte mi pensamiento, que vuela como lo
hace el aire con furia y lleva a caídas una tras otra; ¡parece que no tenga
ningún arrepentimiento!
Darte mi trabajo, Señor, que por más que
quiera, nunca será lo suficientemente digno.
Darte mis penas y sufrimientos, también mis alegrías Señor…ponerlo todo a tus benditos pies, sin esperar nada más que poder tenerte,
no abandonarte, no ofenderte… Cada noche te digo y cada día te ofendo.
¡¡¡Perdóname, Señor!!! No tengo arreglo.
Si me llega tu gracia, que sea para amarte
con todas mis fuerzas. Ayúdame para que nunca sea yo, sino Tú quien reine en mi
corazón.
Me consagro a ti Señor y Rey mío. Ayúdame a
renovar esta consagración cada día para vivir dentro de tu Sacratísimo Corazón.
Ten piedad de todos los que te desprecian y
se alejan de ti. ¡No te conocen! de todos los que te han abandonado, de los que
pasan hambre y mueren sin haberte conocido. Socorre a los más necesitados.
La Santa Iglesia parece haber perdido la fe
que Tú tanto desearía que tuviese.
Haz que ella brille en toda la tierra y
pueda vivir el auténtico Evangelio.
Amén
La leí haciéndola mía también, y,
mentalmente agregué algunas cosas más que quedaban para Él y para mí.
¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!
+Capuchino de Silos
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martes, 21 de noviembre de 2017
“… y serás así como huerto de regadío”
¿Lo crees?
Sí lo creo. En los seguidores del recogimiento.
Siempre confiada, contestaba que cuando las personas
son devotas cierran las ventanas de los sentidos. Antes de eso, decía, el entendimiento
queda entre sombras, oscuridades y desórdenes, pero si se recoge como se debe,
esas sombras y oscuridades se vuelven más clara que antes habías visto, donde
el Amor perfecciona, afina y pule la piedra más rugosa para llenarla de
resplandores y luminosidades. No se conoce nada mejor ni nada igual. Así se
llega al más puro y amado descanso queriendo volver de inmediato a él y seguir buscando las fuerzas perdidas y liberarse de las debilidades, imperfecciones e impotencias.
Muchas cosas se pueden con Él, seguía diciendo. Él no se
niega nunca. Jamás. Siempre da mucho más de lo que uno puede pedir. El alma
recogida es como una fuente que emana sin cesar. Tiene tantos caminos como
afluentes pueda tener un río, y si se está a solas dentro de la concha, mucho
mejor. El corazón desea recogerse como haría un tímido caracol.
¿Cómo va a llenar el cielo y la tierra y dejar un
corazón vacío? Viste los campos de flores, da de comer a las aves, cuida a los
gusanitos, y, ¿se va a olvidar de lo que más quiere?
¿Qué es bueno llorar? Diría que sí, que las lágrimas limpian los
ojos que antes han estado empeñados. Quedan limpios y se puede mirar con
claridad la serena y plácida lumbre que calienta el alma recogida en ese
Espíritu de Dios. Él la va guiando. Les suele suceder a estas almas, lo mismo
que ocurre antes de que llueva; todo el paisaje suele estar turbio y oscuro,
confuso y borroso; más cuando llueve todo queda más claro, alegre y sereno. Es
cuando todo se muestra brillante descubriendo su auténtica belleza; así ocurre después
que las lágrimas han manado de nuestros ojos; desaparece la oscuridad y
tiniebla, y queda tanta claridad en el interior del alma que todo aparece claro
y cristalino como el agua más pura y limpia.
+Capuchino
de Silos
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lunes, 30 de octubre de 2017
Buscando la gracia
Continuábamos, esta vez, muy cerca de casa, y se paró sin prisa alguna para
seguir hablando de los sabios maestros.
-Desde muy pequeña me enseñaron a buscar la gracia que da el Señor a los
que son buenos sacerdotes. Se aprecia de lejos. Las buenas y sanas costumbres que
tengan lo suplen todo; suplen hasta las canas. Todas esas gracias cubren el
halo del que es buen maestro de vocación. Lo decía con desparpajo y sin temor
alguno. Yo estaba de acuerdo. Ella continuaba: han de dar muy estrecha cuenta
a Dios de todos sus actos y lo saben plenamente. ¿comprendes? Cada día reciben
bendiciones especiales del Altísimo y el que lo ama de veras, lo ama en cada aliento
de su cuerpo. Saben enseñar. Están colmado de la gracia más santificante.
Le respondí muy bajito: es como el que no sabe pintar; difícilmente puede
enseñar a hacerlo. ¿No?
SÍ. El que nunca tuvo silencio o vivió el recogimiento plenamente, puede
dar consejo sobre él; al contrario, hará mucho daño y hasta dirá una cosa por
otra, como te ocurrió a ti con aquel que me comentaste. Si la boca no habla de
la abundancia que hay en el corazón, jamás podrá aconsejar al corazón de nadie.
Continuaba sin prisa alguna y casi sin escuchar.
Muchas veces, la mayoría, te puedes sentir perdida y has de buscar y
rebuscar entre tus libros las respuestas que el corazón pregunta, o tener en
ese momento a mano al maestro que diga como el Apóstol: “No oso hablar cosa que
Cristo no obra en mí” Rom 15, 18.
Verdad es, que unos tienen unas virtudes y otros tienen otras. Pero el
sabio, el que está “tocado” de la mano de Dios es diferente. Es de Dios y se
aprecia, se nota. Otros, en su humildad más tímida, te pueden decir: esto mejor lo sabes
tú. Pero el alumno deseoso de Dios tiene su alma siempre abierta para recibir
de su maestro todo consejo y pone en él toda su confianza, pensando que si
sigue esas lecciones sabias recibirá de Dios los mismos dones que tiene él.
¿Crees que esto último es de alabar o de criticar?
De alabar, sin la menor duda. ¿Lo pones en duda?
+Capuchino de Silos
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miércoles, 25 de octubre de 2017
El buen maestro
No era fácil para mí aceptar lo ocurrido,
le dije. Me pasé mucho tiempo meditando y llorando después de aquello. El escarmiento
me embargaba. Ya eran muchos.
He pasado, como tú, me decía, por
momentos muy difíciles en mi vida y no termino de aprender por lo boniata que
soy. Siempre me han dado “el palo” en el mismo sitio, y, lo peor es, que me lo
siguen dando. Ya, lo único que hago es leer buenos libros y, que sean ellos los
que me lleven a la meta para llegar sana y salva.
Te decía ayer que había que ser buen
discípulo y saber escoger un buen maestro; pues bien. La llave de oro, la mejor
de todas las llaves que existen, es encontrar un buen maestro que nos ayude a
conocer y llegar a nuestro Destino. Un buen maestro, no hay duda alguna, que
saca buenos alumnos; ellos mismos fueron, en su día, buenos discípulos. Saben
cómo han de sembrar la simiente en el corazón de uno para que brote y cómo han
de orar a Él con pureza de alma. Si el crecimiento de esa semilla no es bueno, difícilmente
será bueno su desarrollo y todos los demás fines sin este, serían de muy poca
utilidad. Si el espíritu de la piedad tiene una buena base es que el que
instruye sabe sembrar para que de buenos frutos la planta. De ellos depende
todo el bien que podamos recibir. La cosa en que más se puede desacertar o atinar
es esta. No hay otra. Mal hace el que mal erra, que es lo que te ocurrió el
otro día. El hombre no sabe cuál es lo mejor o peor y va dañando en lugar de ir
enseñando virtudes. El pobre se fue formando sobre arena en lugar de cimentar
su casa sobre roca que hace que ésta sea ninguna cosa buena y en lugar de
adoctrinar daña el negocio propio y el ajeno. Digno de lástima es.
Recemos por él y su congregación.
¡Qué diría Santa Teresa!
+Capuchino de Silos
martes, 24 de octubre de 2017
El consejo.
De nuevo, por ser domingo, nos fuimos al parque.
Le conté lo que me ocurrió el día anterior; era el segundo resbalón que
daba en aquel sitio.
Ayer precisamente, comenzó a decirme, leía que siempre hemos de tener como
maestro aquel que más nos convenga a cada uno. Tenemos necesidad de aprender lo
que no se sabe; buscar quien pueda enseñarnos y huir de los que no aportan
ninguna riqueza; sentir la necesidad de buscar virtudes. Estar atentos con los
oídos del alma, tenerlos bien abiertos e investigar el consejo del más sabio.
Me equivoqué, le dije. No tenía que haber ido.
Comprendo cómo debes sentirte cuando en el lugar del sabio/maestro/confesor,
te encontraras con un mameluco alejado de Dios.
Por eso es tan necesario el recogimiento y leer buenos libros. El recogimiento mueve mucho el corazón y lo
que no halles en los libros lo encontrarás en ese buen
maestro/confesor/director o como lo quieras llamar. Después será el maestro
divino quien ponga esa pizca de sal que le falte al guiso y tener a Dios en
todo momento. Pedirle que enderece nuestro camino, que podamos recogernos y
apartarnos de esas personas que son fulleras, engañosas y embusteras. Con ese
pequeño lote de conflictos sería muy difícil encontrar la paz que el alma
necesita para tener a Dios con nosotros.
Hay que generar un amor entre discípulo y maestro, que
casi como a Dios, has de temer y amar al mismo tiempo para no ofender al
verdadero Maestro y como a Él obedecer en todo momento.
Si queremos ser verdaderamente buenos discípulos debemos buscar quien nos
lo pueda enseñar tanto en las cosas pequeñas como en las grandes. No creamos
que por nosotros mismos pudiésemos encontrar nada. El camino a la obediencia es
la senda más eficaz y real que nos puede llevar a lo más alto de la escalera
dónde el Señor nos espera. No menospreciar ser un pequeño discípulo,
aunque seamos viejos, y la persona que te enseñe, sea tan joven que pudiese
llegar a ser casi un niño. Ahí está la verdadera virtud de la humildad.
Siempre lo haces fácil, pero no lo es, le contesté.
Terminamos en un vivero comprando preciosas flores.
Terminamos en un vivero comprando preciosas flores.
+Capuchino de Silos
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viernes, 13 de octubre de 2017
En el parque
-Qué afortunadas somos.
Me lo decía mi amiga mientras caminábamos por el parque en un día realmente
precioso.
Nos fuimos a “las
palomas” recordando otros tiempos de uniformes de colegio cuando íbamos al
Parque de María Luisa los jueves por las tardes si no llovía. Siempre, desde
niñas, nos gustó sentir el revoloteo de las palomas y el picoteo de sus picos
en nuestras manos al darles de comer arvejones que nos vendían en los puestos
de chuches.
-Qué felicidad poder
disfrutar de tanta belleza y delicia.
Mira: ellas hacen su
oficio. Vuelan, anidan entre palmeras, viven entre árboles, comen y duermen.
Son santos animales que cumplen su misión cada día. Viven para Dios.
Cuando empiezas a hablar
nadie te calla, le dije.
-Me gustaría tener ojos
de paloma para no mirar maliciosamente a nadie; no mirar los males ajenos; ni
siquiera imaginar los males que tuviere. Caemos, con frecuencia, en esas
debilidades porque los hombres no somos como los ángeles; nos hacemos jueces de
todo y todos en lugar de fijarnos en lo que nos puede aprovechar si lo hacemos
con ojos de paloma. Todos los hombres tienen algo bueno que podemos aprovechar
como virtud para nosotros. Deberíamos mirar sólo lo bueno y ponerlo sobre
nuestro cielo particular como verdaderas estrellas. Unos tienen la virtud de la
humildad, en otros brilla la pobreza, en otros la discreción, el respeto, en
otros el menosprecio de sí mismo o la diligencia, en otros la ternura o la
compasión. Todas las virtudes se verán repartidas como se presentan en las
mejores joyerías las piedras preciosas. Todos y cada uno de ellos pueden ser
verdaderos maestros para nosotros e imitarlos. Si sólo miramos los vicios y
defectos de los demás, no sólo quedaremos ciegos, sino que dejaremos el caudal
de las virtudes que pueden enriquecer nuestras almas.
-¡¡¡Ufff!!! Muy buena
lección. ¿Algo más?
- No. Vamos a tomarnos
un refresco.
+Capuchino
de Silos
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lunes, 25 de septiembre de 2017
Colores del verano.
Muchos
años, quizás desde antes de nacer, decía mi amiga algo turbada por el
comentario, estuvo rezando sin parar de rezar mirando fijamente a nuestra
Señora y a su Santísimo Padre. Siempre los tuvo en su corazón con los ojos bien
abiertos y ese recogimiento que debe tener todo cristiano que se precie. Ese
recogimiento lo aprovechaba y lo aprovecha cada día y lo guardaba y guarda para
sí muy bien escondido. Hoy, calla y esconde esa gracia porque sabe que a los
que reciben esa gracia deben esconderla como un gran tesoro y cubrirla con los
siete sellos para que nadie pueda abrir ese gran caudal. Sería de ser ingrato
mostrar esos bienes celestiales y revelar las obras que regala Dios. Es mucho mejor guardarlos para sí.
Ese
es el recogimiento que quisiera para mí, le contesté.
Si, pienso igual. Él
va siempre delante de nosotros y regala esos granos de trigo que nace de la
buena tierra bien abonada para que el fruto se multiplique en otros.
Por
eso nos da Dios la gracia de hablar, la desenvoltura de las manos, la fuerza
del cuerpo, y la claridad del entendimiento, para que usemos esos dones que es bueno para nuestra salud y el provecho del prójimo.
Tanta
fue la caridad del Señor, siguió diciendo, que nos regala lo que conviene para el
bien y la salvación de nuestras almas.
Con
esas palabras seguimos caminando contándome todas las historias del sereno y
luminoso verano.
+Capuchino de Silos
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