miércoles, 14 de junio de 2017

Con calor de verano.



Calurosa y añil. Así era la tarde. Imposible aspirar la felicidad.
El color frío ayudaba algo mientras miraba la pared que se hacía cada vez más malva, más azul. Iba cayendo la tarde en un beso largo.

Llegaba y se sentaba cansada; ésta vez empapada en sudor oliendo a limpio.

Seguiré con el corazón y cómo encender esa farola, me decía.

A través de nuestra alma, desde la mismísima raíz oculta, hasta lo que mostramos, me decía ensimismada mirando la pared de blanca cal viva, nos conoce Dios. Nosotros, por lo que mostramos externamente, conocemos muy poco lo de dentro. Él entra mucho más allá; donde está los más oculto. También de esas culpas tapadas debemos pedir compasión.
Diré que lo que tenemos por hombre no bueno, es aquel que no es atento y celoso con su conciencia. Son los que no piensan en el juicio que un día llegará, porque tienen los hábitos y costumbres contrarios a los que buscan a Dios y caminan con la mochila cargada de ternura, piedad y misericordia. El que pide consejo al buen samaritano para afinar sus buenas obras y nunca ofender a nuestro Padre. Al más justo, proseguía mirándome con firmeza, le conviene examinar y perfeccionar su comportamiento; siempre, en todo momento. Es una regla para ver y conocer lo que se hace por simple que sea. Si pecas o no pecas; en toda ocasión. Todos somos pecadores. Hay que ser muy estrictos con esto. Todos debemos amar y tomar consejo para perfeccionar nuestro comportamiento. No ser negligente con las cosas de Dios.
Te aconsejo que sondees y afines con fuego buscando lo más oculto, lo tapado, lo que no se ve, aunque no se pueda llegar hasta el fondo. El fondo, fondo, déjaselo a Dios; limpiar con mucho cuidado, lo más simple y sencillo; así haces más preciado el oro; pule, pule, para que del horno de la conciencia se saque el preciado metal más fino, más delicado, más noble.


+Capuchino de Silos








martes, 13 de junio de 2017

La tea divina



Prosiguió su oración diciendo en tono muy bajito como si dialogase con su propio yo.
Hablando espiritualmente, me decía, a Dios le gusta esconderse en lo más secreto del corazón del hombre con las puertas de los sentidos bien cerradas para que la mano del demonio no lo pueda atrapar. No tendría mejor lugar para esconderse que su propio corazón y apartar, cuanto pueda, todo mal, todo pensamiento que pueda ser estorbo para recibirlo con mucha devoción, dar lo mejor de sí. 
Es para entregarle al Padre, es para su Rey. De esta forma correrás apresurada hacia Él que te recibirá con los brazos abiertos. 
Es lo que espera del hombre. Así lo inflamará con su tea divina para que arda fervientemente su alma. Lo arrebatará con la llama del Espíritu Santo divino que se vaciará íntegramente por entero en Él y el deseo de entregarle todo lo que antes había recibido.
Constantemente, el corazón que ama con ternura y misericordia, es atraído por Dios, igual que las bolsas que están vacías son atraídas por cosas para ser ocupada.
Cristo es muy exigente. Lo quiere todo para Sí y tenerlo todo sujeto y bien sujeto para elevar esa alma. Sabe que es la manera de gozar.
Así abrazará el corazón al suyo propio.



+Capuchino de Silos



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domingo, 11 de junio de 2017

El guardián



Pon atención, seguía diciendo, escucha con los oídos del alma y no apartes un solo instante sus benditas palabras y pensamientos que llegan para dar vida y sustancia al espíritu; ellos son como letras que quedan grabadas con piedras preciosas para poder guardarlas con el mayor celo posible; de ellas procede la vida, la revelación celestial, la mejor doctrina; es como la lumbre que resplandece en un lugar oscuro; es la mejor herencia que un padre puede dejar a un hijo. De esos pensamientos o palabras, se puede hacer un bello libro para tenerlo siempre delante y que no sea necesario tener ningún otro. Hay que guardar su enseñanza en el corazón como el guardián hace con el palacio. El guardián lo cerca poniendo tres refuerzos en él: la castidad contra la carne; la limosna contra el mundo y lo más hermoso que existe, el amor, la compasión, la misericordia, la caridad y tantas otras virtudes, contra el demonio, que siempre está al acecho para derribarlo. Así es como el guardián protege su palacio.
Seguía hablando, con cara de preocupación ésta vez; hay que ser como esos guardianes. Ser la defensa férrea, el guardián antipático y fastidioso; proteger con bravura hasta el pasadizo para que nadie ose entrar.
Ese oculto palacio no es otro, decía con ardor, que el corazón.
Mucho cuidado con el pensamiento, prosiguió, que es como la raíz del árbol; si el árbol es bueno, el fruto será bueno; si fuese malo su fruto sería más malo que el mismo diablo. Se requiere mucha atención y tener bien abierto los ojos contra esos espíritus dañinos; hay que cerrarles las puertas con empeño, mucho empeño.

Si el palacio tiene alguna rendija abierta que sea para recibir el aire divino y que se puedan escuchar sus benditos silbidos.



+Capuchino de Silos




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sábado, 10 de junio de 2017

Poner atención



Me hablaba enojada para decir que dejase hablar al corazón y que no me apartase de Dios jamás.
Que nunca, nunca lo hiciese, porque si así ocurría, me quedaría como la mata seca que de nada sirve para morir sin más, ya que no vería ninguna hoja florecer; que el espíritu interior sería tan invisible que iría caminando hacia el precipicio; que cuando el Sol naciese ya no podría verlo porque estaría tan ciega como el que no ve; que jamás podría ver el rocío de la mañana caer sobre sus hojas; que las raíces estarían tan secas como el estanque cuando le falta el agua y que las maldades serían tantas que irían rodando, sin parar, al mismo infierno. La verdad que me asusté.
En caso contrario, decía con regocijo…, si dejas que el Padre te visite, ocuparía, no lo dudes, un rincón en tu memoria; pero para eso la tierra tendría que estar recién abonada y habitable para que pudiese morar este Rey conjuntamente contigo. ¡Sólo los dos!

“¡Ay del hombre que tenga doblado corazón, y del pecador que entra a la tierra por dos caminos!”

Dichosa serás, si el corazón lo guardas para Él y recibes como huésped a tal Señor apartando todos los obstáculos para vivir con Él y sólo para El.



 +Capuchino de Silos



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jueves, 8 de junio de 2017

La misma Voluntad.



Trabajar para el Señor, me decía, era trabajar sin límites de horas. 
Todas las horas debería dedicárselas a Él en paciente y cuidadosa artesanía. Esas horas se llenarían de gozo espiritual, poniendo todo, todo, en sus benditas manos; sabiendo, que, su ayuda, haría nuestro trabajo más bendito y virtuoso. Que su ayuda nos acompañaría en todo instante y sería como un sueño para despertarnos después, en la Eternidad.
Me dijo, que deberíamos estar siempre bajo sus órdenes como buenos soldados, que es lo que somos, ante el superior, el Jefe. Él, sería nuestro Caudillo al despertar, y nuestro colofón, al descansar; obedientes sólo a Su bendito corazón. 
Era la Academia militar Divina; los pasos, como buena hija de militar que soy, siempre, bajo Sus santas y justas órdenes. La abnegación, los sacrificios, los deseos caprichosos que fuesen guardados; bien guardados y olvidados. La recompensa era: una vida muy superior a las demás y la verdadera felicidad en este mundo y LA VIDA ETERNA. No vivas, me dijo, nada de fantasía, que eso sería caer en un pozo muy negro y vivir una auténtica locura. Si la cumbre era muy alta que tuviese que subir y subir, habría que seguir al Jefe obedeciendo sus consejos que, sin dudar, eran los mejores. Lo más importante sería hacer su divina voluntad, amarla y cumplirla lo más rápidamente posible en una sumisión perfecta; así recogería las flores más preciadas, delicadas y exquisitas que humildemente brotaran de la misma rama.

“Hacer lo que Dios quiere, querer lo que Dios hace”..., para formar una sola voluntad. Que en eso consistía la virtud del alma.



+Capuchino de Silos





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miércoles, 7 de junio de 2017

Sumisión y obedienci





Siento que mi yo me sermonea y regaña; me habla de calma, de paz y grandeza de espíritu; que no perturbe y malgaste la energía por nada de lo que pueda suceder. En definitiva, que procure ser dócil, sumisa, mansa. Justo lo contrario de lo que mi impulso destila.
Buscar la mesura y la templanza es tener muy domada la ira y dejar el ímpetu a un lado. ¡Vamos!... más que a un lado, ¡tirarlo por la cuneta hasta estrellarlo contra las piedras hasta que pierda, por lo menos, el conocimiento.
Al oído me llega la búsqueda de la dulzura, para que ni siquiera balbucee una letra del sufrimiento, del dolor, de la angustia... Que busque la bondad y la clemencia de ese esfuerzo que llega si se busca cuando lo que quieres es buscar y seguir a Cristo.
Muy al oído: que seas sana de cuerpo y de alma. Que los mansos son de naturaleza sanos; muy sanos. No existe en ellos ni el rencor, ni la provocación. Resisten los golpes y no son heridos; ni se entristecen porque la alegría reina en ellos. Son personas sencillas de corazón, sin ningún doblez; y su rostro lo muestran con la autenticidad del alma que está muy sujeta a su Dios y Señor. De esas almas se dice que “serán bienaventuradas porque ellas poseerán la tierra”.
Y me dijo al oído: si te rindes a la humildad alcanzarás más gracia, y serás “como la verdad comparada al sueño y como el cuerpo comparado a la sombra que hace” ¡Cuánta verdad! Que Dios te defenderá y te vengará de las injurias. Bueno… ¡mira!
También, escucho: que la mansedumbre es huésped de la oración. ¡Otra verdad!. Que son como Marta y María; que juntas reciben en su casa al Señor para mejor servirlo.

Me quedé sumisa con mi blanca perrita en los brazos.



+Capuchino de Silos




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martes, 30 de mayo de 2017

La ceguera

Quiera el Señor que podamos abrir los sentidos internos del alma y cerrar los externos que de nada valen y sirven. 
La ceguera hace que no se vea con claridad las cosas de Dios y la luz que desprende su maravilloso Ser. Es como si la noche se hiciera dueña de nuestros ojos, que aunque los tengamos abiertos nada vemos.
Pero la fe del Señor, es lumbre que se mezcla y entra en nuestra alma cada mañana cuando la pedimos. Él nos la devuelve, sabiendo que por nosotros mismos nada somos, nada valemos y nada tenemos.
Alguien decía que la faz del Señor relumbra como el sol de la mañana; así que si contemplamos las cosas de Dios con sólo nuestros sentidos internos, nuestra alma se ciega con el resplandor de su sola mirada. 
Ahora más que nunca, con toda diligencia y amor debemos pedirle que nos acerque a Él, a ese mismo Cielo en el que está. Quiere que, con las alas de nuestro corazón, pongamos todo nuestro deseo para que lo amemos y conozcamos mejor. Que seamos completamente ciegos y veamos solo con los ojos de nuestra alma para alcanzar el Cielo en el que está.

El ciego aprieta entre sus manos para mejor conocer las cosas; así nosotros veremos y conoceremos mejor la voluntad del Señor si lo agarramos fuertemente dentro de nosotros. Nuestra tiniebla se convertirá en luz del Señor como hizo con San Pablo.



+Capuchino de Silos




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domingo, 14 de mayo de 2017

La violencia puede ser…



La violencia es una herida tan profunda como la picadura de una serpiente de cascabel que deja el veneno dentro y no hay quien lo quite como no sea cortando la hendidura del mal que ha dejado.

Unos aman a Dios porque lo tienen. 
Otros, tienen la devoción de juzgar al prójimo con presunción e inmodestia. 

Los que aman a Dios tienen su gracia. 
Las conjeturas de los otros son completamente infecundas, inútiles y hacen tanto daño como aquellas mordeduras de serpientes. Carecen de falta de atención, de bondad y el mismo diablo huele la carencia de virtud.

Los que aman a Dios tienen el alivio de la veracidad. 
Los otros no creen ni en el mundo en el que viven.


+Capuchino de Silos





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lunes, 8 de mayo de 2017

Alguien me sostiene.


 
Te vi como el niño medio despierto que ve a su madre en la luz del alba, y la sonríe, y se vuelve a dormir.

Señor, hoy me encuentro ante tu omnipotencia como un niño o bebé que, cuando se despierta por la noche, la sola mirada de la madre, le consuela tanto que vuelve a dormirse.


¡Qué maravilla es vivir colgado de tu gracia, de tus dones divinos que en mí has derramado sin merecer nada por mi parte!


Hoy, al llegar la noche, quiero encontrarme contigo y con tu madre, María. En su regazo deseo encontrar mi gozo y mi consuelo. Lo necesito hoy para que la paz me acompañe siempre, en todo momento.


Cuando me lleguen los asaltos que el mal me lanza, haz que sepa reaccionar con la firmeza que me da la gracia y el don que me mantiene unido a ti.



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Siempre, Señor, estás para sostenerme por mucho daño que me hagan los demás.

+Capuchino de Silos

martes, 28 de marzo de 2017

Palabra con mayúscula.




“Como baja la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá sin haber empapado y fecundado la tierra y haberla hecho germinar, dando la simiente para sembrar y el pan para comer, así mi Palabra que sale de mi boca: no vuelve a mí vacía, sino que hace lo que yo quiero y cumplirá la misión que yo le confíe (Is, 55, 10-11)
“Lo peculiar de esta palabra viva es que se trasmite de padres a hijos. (…) Esta es la vía normal para llegar al despertar del corazón y a la oración. No se la aprende a solas. Se la aprende de otro, se la percibe sobre un rostro, se la oye palpitar en un corazón, que vive, irradia vida y despierta a otros a la vida.
En esta dirección espiritual, la tradición alcanza su punto culminante, pues aquí se hace con toda verdad transmisión existencial: espíritu y vida engendrados en otro. Este contacto vivificante con un padre espiritual en el sentido pleno de la palabra –entiendo por tal un padre que esté el mismo llevado por el Espíritu Santo y que pueda él mismo asistir y acompañar a los otros en el Espíritu Santo- , es un momento esencial en el camino que conduce a la plegaria. Es, a la vez, testimonio y diálogo. Testimonio, porque el padre espiritual da cuenta al hijo de la vida que el Señor ha desarrollado en él: dice la palabra de Dios y la transmite. También diálogo, porque el hermano, a su vez, da cuenta a su padre de sus propios deseos espirituales.(…) El padre espiritual es el lazo viviente con la tradición. A su vez interpreta la Palabra. En la transmisión de su experiencia, la Palabra encuentra una vida nueva. En ella comprendemos nuestra vocación y la voluntad de Dios sobre nosotros. La oración queda así preservada de la ilusión. Según los antiguos textos, el padre espiritual debe ser pneumatóforo, es decir, portador del Espíritu. En el Espíritu Santo capta el misterio de la plegaria. Está familiarizado en el más alto grado con las palabras de la Biblia, que para él son ya “espíritu y vida”: nos ayuda a percibir en nuestro corazón el eco de esta Palabra. Lleno de amor y respeto por la obra del Espíritu de Dios nos sensibiliza a sus instigaciones interiores, y, pacientemente, las hace dar fruto en nuestra vida. A la vez es padre y madre, y también hermano, al mismo tiempo que el más precioso amigo, que sabe sufrir con nosotros y llevar el peso de las tentaciones que-según la descripción de Pablo- sufre dolores de parto hasta que Cristo es formado en nosotros. Es alguien cuya pacífica fe desata nuestras dudas y dificultades: es, en fin, el lazo vivo entre Cristo y nosotros, testigo, a nuestro lado, de su amor.
(…) …ejercer una Paternidad-según-el-Espíritu es transmitir la Palabra y acompañar su crecimiento. No hay que subestimar la importancia de esta transmisión de esa Palabra porque es la que hace llegar hasta nosotros la Palabra de la Creación que dio el ser al universo entero. Ella es el eco de la primera palabra que Dios profirió sobre el mundo, el día que la luz de los comienzos apareció en las tinieblas. Todavía hoy es Palabra original y Palabra del Génesis. Dichoso el que de la boca de su padre espiritual ha podido oir como resuena en sus propios oídos la palabra original: este lleva ya el mundo nuevo en su corazón.”


André Louf. 


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