Al entrar descubrió que, tras los mostradores, quienes despachaban eran ángeles. Y, medio asustado, se acercó a uno de ellos y le preguntó.
- "Por favor, ¿qué venden aquí ustedes?"
- "¿Aquí? -respondió el ángel-. Aquí vendemos absolutamente de todo".
"¡Ah! - dijo asombrado el joven -. Sírvanme entonces el fin de todas las guerras del mundo; muchas toneladas de amor entre los hombres; un gran bidón de comprensión entre las familias; más tiempo de los padres para jugar con sus hijos..."
Y así prosiguió hasta que el ángel, muy respetuoso, le cortó la palabra y le dijo: "Perdone usted, señor. Creo que no me he explicado bien. Aquí no vendemos frutos, sino semillas."
&.
http:corazoneucaristicodejesus.blogspot.com
'
¿Quién querrá caer en tierra y morir para dar mucho fruto Capuchina? Otro negocio con los días contados, que monte una zapatería más. Hoy todos quieren todo cómodo y deprisa,que sea joven con carrera, experiencia, diez idiomas y tres máster del universo. Pero un puñado de semillas podemos hacer un gran campo Capuchina si el sembrador nos arroja en su buena tierra.Un abrazo.
ResponderEliminarQué buen relato.
ResponderEliminarQueremos tener los resultados sin esforzarnos.
gracias hermoso que el señor haga germina esa semilla que ha sembrado en el corazón de cada hombre y sepamos dar frutos abundante de Paz y amor muy unidas en oración y un abrazo
ResponderEliminarLas semillas debemos ser nosotros, Dios las puso en cada uno al nacer y nosotros hemos de ser los encargados de regarlas,abonarlas y conseguir de ellas hermosos frutos que recolectar...con ello se conseguiría EL AMOR y con ello nuestro paso al Reino de los Cielos.
ResponderEliminarCapu, que hermoso relato. Cada uno traemos semillas como regalo de Dios. Los frutos son los regalos que tenemos nosotros que ofrecerle a El.
ResponderEliminarLas semillas son los dones, las virtudes, las capacidades, los valores, ....Nosotros los hacemos germinar con nuestro vivir y al final del camino, cada uno llevará en sus manos lo que supo aprovechar. Besos mil.
Muy bueno, me ha encantado, todo con un orden, primero las semillas y después, el fruto. Un abrazo
ResponderEliminarEsta historia debe alentarnos, vivir en la alegría de ser sembradores, el fruto... no nos toca verlo. Lo que importa es que nazca. Vivamos siempre en ese gozo de poder sembrar.
ResponderEliminarUn abrazo
Las semillas somos nosotros mismos. Y de nosotros dependen los frutos. Un beso Capu ¡¡¡
ResponderEliminarMe ha gustado muchisimo...habrá que dejarse plantar para poder florecer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sabe al volver a leer esta reflexión pido al Señor que siempre haga de nosotros verdaderos sembradores de paz y de amor por donde pasemos lo deseo para ti y todos mis hermanos unidas en oración y abrazo muy pero muy fuerte
ResponderEliminarQué bonita historia. Me la guardo para cuando mi sobrina sea mayorcita.
ResponderEliminarEfectivamente, somos semillas del Reino... pero si el grano no cae en tierra y muere no da fruto.
Que nuestra vida sea evangelio, sea presencia de Jesús.
Que bendición poder ser semilla.¡¡
ResponderEliminarEl saber que Dios no quiere hacerlo todo él, no, Él nos quiere colaboradores directos de su obra
de su amor.
Preciosa historia capu¡
Sabe todo es gracia de Dios solo hay que pedirlo y ÉL que conoce lo que más nos conviene nos lo dara solo abandonate en ÉL lo demas vendra por añadidura muy unidas en oración y un abrazo fuerte estas en mis oraciones siempre
ResponderEliminarHola Capuchina,Mmmm... ¿Qué hay para comer hoy? espero que no sea alpiste ;)
ResponderEliminarUn abrazo.