viernes, 8 de marzo de 2019

En la Buharia




Nos despedimos y quedamos para el día siguiente en el parque de la Buharia.

Y allí estaba sentada en un banco esperándome impaciente. El día amaneció triste como ella pero no había nubes gracias a Dios.

-Le pregunté cómo seguía y me miró con la misma cara del día anterior y con los párpados de haber llorado como la Magdalena. La verdad es que me dio mucha pena. La sentía triste como el día pero sin nubes. Pensé que podría tener algo de lucha interna y de desorden espiritual. Esa lucha que se nos presenta a cada instante para que sepamos lo que es el enloquecimiento y delirio en el Amor y que, en ese instante, estaba enloquecido pero como cuando hay que sujetar a una piara de animales que no se consigue sino con una vara y sin perderles el ojo. Era como una jaula con un animal dentro queriendo salir. No tenía dominio de sí por su fuerte carácter. Habría que haberle dado un coscorrón, pero no era el momento; me daba mucha pena verla en ese estado de indignación por un lado y tristeza por otro. Cómo ayudarla, me dije.
Pensaba que no lo lograría sin poner en marcha nuestro plan que teníamos desde que éramos pequeñas; no era otro que invocar al Espíritu Santo. Y en ese sitio con tantas palomas que revoleaban a nuestro lado, podría encontrarse ese Espíritu Divino que le abriese la mollera pues la tenía cerrada y bien cerrada.

-Ha pasado un tiempo y sigo pensando exactamente igual. No debo dar marcha atrás de ningún modo. Cada flor que caía entonces, era un fruto que se perdía e iba dando pasitos hacia atrás para salir corriendo y no volver. Con cada buen pensamiento que asomaba, se apagaba radicalmente por la desconfianza. Por cada buen deseo que tuviese, se ahogaba al instante por el temor que no pudiese hacer algo para el Señor y que generara lo que yo le llamaba rivalidad; todo eso lo sabía el mismo demonio que provocaba en aquellas almas unos celos que me afligían. Cada gesto, cada palabra inquietante, acababa paralizando mi voluntad por servir solamente a Dios nuestro Señor. Dios no podía estar nunca en esa inquietud, en esa paralización de no querer hacer nada, ni decir nada por temor al… ¡qué dirán! Así que...
¡Qué sutileza tiene el Maldito para dañar a las buenas almas!
-Sólo te diré una cosa, le dije: el Espíritu Santo te enseñará el buen camino que has de tomar. Invócalo y reza. No hay otra.


+Capuchino de Silos




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2 comentarios:

  1. Como tanto me pedias, vim visitar-te. Mas ler em espanhol, embora perceba quase tudo, não é algo que eu faça facilmente, por isso não faz muito sentido, com tanto que tenho para ler em português, que venha aqui regularmente. Compreendes?

    Rezarei pela tua amiga.

    E, para o caso de não receberes a resposta que escrevi no meu blogue costumas visitar, informo que não irei responder por lá, se voltares a comentar. Terei gosto em comentar se me visitares no atual endereço do meu blogue:

    alheiaatudooutalveznao.blogs.sapo.pt

    Beijinhos,
    Mimi

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  2. Não compreendo o que aconteceu, porque o meu blogue não tem comentários moderados, isto é, todos os comentários ficam logo registados. Experimenta escolher "Anónimo" e depois, no fim da mensagem, escreves o teu endereço.

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