¡Qué cerca está aquel gran día!...se va acercando. Yo voy
muriendo. Ahora haría diez años…
Me lo decía gimiendo y con el surtidor de
lágrimas puesto en marcha sin poder saber cuándo había empezado. ¡Qué mal se
encontraba! Me abracé a ella para consolarla. ¡Era imposible! Más y más
lloraba; lo hacía con un sentimiento poco corriente. Su brazo derecho colgaba pesado,
cansado y muy delgado al lado de su cuerpo mucho más largo que de costumbre; le
faltaban las fuerzas para levantarlo; con el otro, se secaba las lágrimas con
un pañuelo azul precioso.
-¿Te lo hiciste tú?, le pregunté.
-No, era de mi madre.
Todo en ella era desgana y tristeza. Su palidez y sus ojeras
me llegaron a preocupar los días anteriores; tampoco hablaba. Era la primera vez que la veía en ese estado
de languidez.
¡Qué tristeza me produjo verla! Era claro que le faltaba la
vida; sí que le faltaba. ¡Claro que le faltaba! Desde hacía días comulgaba sólo
los sábados y domingos, y en la iglesia que iba, cuando se confesaba, le ponían de
ejemplo a Francisco; así, sábado tras sábado. Antes, comulgaba cada día de la
semana con la Misa incluida. Estaba desgarrada.
Aquel rumor dañino había atravesado
los muros hasta llegar a la cafetería; y su dueño, ya se lo había hecho
recordar por dos veces. La tercera no llegaría. Fue cuando tomó la decisión de
no volver a ninguno de los dos sitios.
A principio de verano, aquella conversación la había destrozado cuando se fue a la
playa. No tuvo más consuelo que la distracción del viaje, el rezo del rosario con
su marido y el saber que el tiempo haría olvidar aquella mala mañana, la tarde con la persona que debía escucharla, y…tantas y tantas noches en vela.
Rezaré por ti, le dije. No temas.” Quien a Dios tiene nada le
falta”
+Capuchino de Silos
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Capuchino de Silos, no me puedo creer haberte vuelto a encontrar, te he buscado mucho tiempo y o no me admitía tu blog o no estabas en estos espacios. Me alegro infinito que de nuevo el Señor, me haya guiado hasta tu espacio sin esperarlo no buscarlo ya. Es cierto que Dios escribe derecho con renglones torcidos... He leído tu entrada y en ella están tus señas de identidad y sobre todo me quedo con las últimas palabras que dices, "Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta... pero a veces somos humanos y lo olvidamos cuando en nuestra vida todo se vuelve oscuro.
ResponderEliminarUn abrazo de luz para ti.