De repente ha dado un giro el tiempo y ayer
salía muerta de frío respirando la belleza de todo lo que me envuelve cada día.
El jardín, en tan solo una noche, se
había vuelto menos resplandeciente que en días pasados y seguía guardando celosamente
ese secreto que nunca abandona. Tímidamente a mi paso se volvía hacia otro lado y se
ocultaba ante mi curiosidad que volaba
por cada uno de sus rincones como queriendo abrigarlo para que permaneciera
fuerte, verde y brillante como hasta ayer. Pero ese octubre cálido ya pasó en
un vuelo, como algunos días de este mes de noviembre. Quedábamos mirándonos los
dos: su secreto y yo. Él, iniciaba su letargo silencioso; yo, algo cansada,
quería enterrar allí con él algunos pensamientos dándoles paso para que los
guardara junto al suyo. Allí dormirían ambos, silenciosos; era mí secreto, que esperaba junto a él
recibir cada día los regalos del divino reino.
Después de aquello todo siguió como de costumbre
hasta que terminó el día; ésta vez en solitario. La magia de hoy pasará a otro
hoy diferente, con misterio. Así es la magia. Es lo mejor que tiene.
Pero ahora mi sueño es diciembre: y es que en
diciembre el mismo Dios se hace Niño, más pequeñito aún que el Niño que tengo en casa con
ropita de encaje.
+Capuchino
de Silos
'
No hay comentarios:
Publicar un comentario