Tu voz me
llega clara y ¡tan velada!
que prendes la
llama que en mí habita.
Sí, celeste
amor, disfruto de contento;
ni bosquejo la
calzada, ni musito,
sin ver nada, sigo
el sueño con ensueño.
Me hablas, sí,
me hablas poco a poco
esplendorosa señal
como destello,
brillante,
radiante, dorada estrella;
atrápame el
albor, atrápame la cruz,
que salva, que
redime y me desata.
+Capuchino de Silos
'
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