"Soy Lucía Vetruse, una de las novicias violadas por las milicias serbias. Le escribo sobre lo que me ha acaecido a mí y a las hermanas Tatiana y Sendria. Permítame que no le dé detalles. Ha sido una experiencia atroz que no se puede comunicar más que a Dios, a cuya voluntad me entregué cuando me consagré a Él con los tres votos.
Mi drama no es sólo la humillación que he sufrido como mujer, ni la ofensa irreparable hecha a mi opción existencia y vocacional; sino la dificultad de insertar en mi fe un acontecimiento que ciertamente forma parte de la misteriosa voluntad permisiva de Aquel a quien yo continúo considerando mi Esposo divino.
Había leído pocos días antes los Diálogos de carmelitas, de Bernanos, y me había surgido espontáneamente pedir al Señor morir mártir. Él me ha tomado la palabra, pero, ¡de qué manera!. Me encuentro ahora en una angustiosa oscuridad interior. Ellos han destruido mi proyecto de vida –que yo consideraba definitivo- y me han trazado de improviso otro nuevo que aún no acierto a descubrir.
Le escribo, madre, no para recibir su consuelo, sino para que me ayude a dar gracias a Dios por haberme asociado a millares de compatriotas mías –ofendidas- y a aceptar la maternidad no deseada...
Mi humillación se suma a la de las demás, y solo puedo ya ofrecerla por la expiación de los pecados cometidos por anónimos violadores y por la paz entre las dos etnias opuestas, aceptando la deshonra sufrida y entregándola a la piedad de Dios.
No se asombre de que le pida compartir conmigo unas gracias que pudiera parecer absurda. He llorado en estos meses todas mis lágrimas por mis dos hermanos, asesinado por los mismos agresores que van aterrorizando nuestras ciudades. Pensé que ya no podría sufrir muchas cosas más: nunca creí que el dolor pudiera alcanzar tales dimensiones.
A la puerta de nuestros conventos, llamaban cada día centenares de criaturas famélicas, con la desesperación en los ojos. La semana pasada, una joven de dieciocho años me había dicho: “afortunada, usted, que ha escogido un sitio donde la milicia no puede entrar”; y añadió: “usted no sabe qué es la deshonra”. Lo pensé despacio y vi que se trataba del dolor de mi gente; y casi sentí vergüenza al estar excluida de su entorno.
Ahora soy una de ellas –una de tantas mujeres anónimas de mi pueblo, con el cuerpo destrozado y el alma saqueada-. El Señor me ha admitido al misterio de la vergüenza; es más: a esta hermana suya, le ha concedido el privilegio de comprender hasta el fondo la fuerza diabólica del mal.
Sé que, de hoy en adelante, las palabras de valor y consuelo que trataré de sacar de mi pobre corazón serán de verdad creídas por la gente, porque mi historia es la suya, y mi resignación, sostenida por la fe, podrá servir, sino de ejemplo, al menos de confrontación con sus reacciones morales.
Todo ha pasado, madre, pero ahora comienza todo.
En su llamada telefónica, después de decirme palabras de consuelo que le agradeceré toda la vida, me hizo usted una pregunta: “¿qué harás de la vida que te ha sido impuesta en tu vientre?”. Sentí que mi voz temblaba al hacerme esta pregunta, que no podía ser respondida de inmediato –no porque no haya reflexionado sobre la elección que tenía que hacer, sino porque usted no quería turbar con eventuales proyectos mis decisiones.
Lo he decidido ya: si soy madre, el niño será mío y de ningún otro. Lo podría confiar a otras personas, pero él tiene derecho a mi amor de madre, aunque no haya sido deseado, querido. No se puede arrancar una planta de su raíz. El grano que ha caído en una tierra tiene necesidad de crecer allí.
Realizaré mi vida religiosa, pero de otro modo. No pido nada a mi Congregación, que me lo ha dado ya todo. Estoy agradecida a la fraternidad de mis hermanas y a sus atenciones; sobre todo, por no haberme molestado con peticiones indiscretas.
Me iré con mi hijo. No sé adónde, pero Dios, que ha roto de improviso mi mayor alegría, me indicará el camino que tendré que seguir para cumplir su voluntad.
Seré pobre; retomaré el viejo delantal y me pondré los suecos que usan las mujeres en los días de trabajo; e iré con mi madre a recoger resina de los pinos de nuestros grandes bosques...Haré todo lo posible por romper la cadena del odio que destruye nuestros países. Al hijo que espero le enseñaré solamente a amar. Mi hijo, nacido de la violencia, será testigo, a mi lado, de que la única grandeza que honra a la persona es la del perdón”.
+&
'
¡Qué fuerte, Capuchino!
ResponderEliminarDurisimo este testimonio, gracias por recordarmelo Capuchino porque menguan las complicaciones diarias que podemos tener,sólo pido que aumente mi fé. un abrazo.
ResponderEliminarMaravilloso artículo de Alfredo Contran.Gracias
ResponderEliminar¡Escolofríante testimonio!
ResponderEliminar¡Toda una victima con Jesús,
que un grado heróico se
abandona en El,en su
voluntad,aunque no comprenda.
UN SÍ A LA VIDA HERÓICO.
Una entrada que nos va a ayudar
a relativizar muchos acontecimientos.
¡Muchas gracias!
Un beso muy fuerte.
¡Bendiciones!
Conocía ya este testimonio pero siempre es impactante volver a leerlo.
ResponderEliminarGracias.
Un abrazo
Son estos los testimonios que debemos de dar a conocer en nuestros blog.Sin temor a que puedan parecer repetitivos.Cristo está llamando repetidamente a nuestras puertas.Si un testimonio como este no nos ayuda a que abramos... entonces...
ResponderEliminarNo encuentro palabras para calificar la atrocidad por la que esta pasando nuestra hermana Lucia,y que solo con mucha fe puedes decir,como dijo la VIRGEN,hagase tu voluntad.
ResponderEliminarSólo mil gracias CREO EN EL AMOR unidas en oración y un abrazo
ResponderEliminarMadre mía!. No tengo palabras..
ResponderEliminarGracias por este testimonio
Aunque conocía el hecho, le doy la enhorabuena por atreverse a plublicarlo aqui, en un mundo en que parece que no podamos manifestar aquello en lo creemos. Pilar.
ResponderEliminarNo tiene que darme las gracias, para eso estamos para ayudarnos en lo que se pueda.
ResponderEliminarSu bloger es muy bonito desde hoy la sigo.
En la entrada se que una sin palabras.
Saludos y feliz fin de semana.
¡He quedado sin palabras1
ResponderEliminarDoloroso testimonio de vida el de esta joven novicia. Pregunto ¿por qué? y no consgo entender.
Un abrazo.
Rosa
Hola Capuchina no conocía este testimonio. Fuertísimo.
ResponderEliminarQué maravilloso que esta religiosa apueste a la vida a pesar de la humillación sufrida. Dios la bendiga.
Besitos para tí. Feliz lo que resta del sabado y feliz domingo.
Más besitos.
Hola capuchino:
ResponderEliminarNo conocía este testimonio y me he quedado sobrecogida. Es tremendo. Me cuesta comprender que esa pueda ser la voluntad de Dios. No creo que Dios intervenga de esa manera en nuestras vidas.
Lo que si es cierto es que ese hijo que va a nacer no tendrá padre pero tendrá una madre tan maravillosa que compensará todas las carencias de un padre.
Menuda lección de valor, de valentía, de amor, de fe, de resignación que nos ha dado esa hermana.
Muchas gracias a ti por publicarlo. Con tu permiso me lo llevo para volverlo a leer y meditarlo.
Este hermoso relato trágico, ha ganado un concurso, quizá, no sé, el Sacerdote autor de el, se haya inspirado en una cruda realidad, me imagino que es así, porque se nota muy, mu real.
ResponderEliminarSaludos Capu.
estos testimonios ponen las pilas!!!!yo, hoy no me puedo quejar de nada en absoluto....solo el Amor vence, ciertamente Resucitó!
ResponderEliminarUn abrazo Capuchino.....
Ya había leído antes esta trístisima historia.
ResponderEliminarAl final, una vez más, del mal más absoluto solo nos puede liberar el amor.
Sólo el amor redime del odio y la venganza.
PD: Me he acordado este fin de semana de ti, por lo "artístico" del mismo.
Un abrazo.
La vida confiada a Dios tiene un camino lleno de luz y vida. ¡Hágase lo pequeño, hágase lo grande, hágase en mí!
ResponderEliminarUn abrazo.
El Amor de Dios es más fuerte, más grande y más poderoso que todo mal en toda la Historia.
ResponderEliminarEn esa mujer y en otras, Dios vive, ama, piensa, y por Él viven ellas, lo sepan o no. En la otra Vida recibirán una recompensa tal que sólo Dios lo sabe, y yo pido porque así sea.
QUE DIOS BENDIGA A ESA MUJER Y A TODOS LOS QUE HAN SUFRIDO TANTO