Dentro de “Mí carpeta” encuentro el texto que está relacionado con una de las épocas más bonitas de mi vida, cuando me encontraba aún en la Facultad de Bellas Artes, finalizando la carrera.
Saco los pliegos con el máximo cuidado, y lo primero que hago es olerlo y besarlo. El papel ha tomado un precioso color de pan sin hornear y un olor agradable a nada en particular, y sí a muchas cosas.
Es una fotocopia del manuscrito de una autoevaluación para Historia de la Pintura, que la catedrática nos hizo hacer, una vez finalizado el examen final correspondiente a esa asignatura.
Este es el texto:
AUTOEVALUACION
El punto de partida sería poderme liberar de la ignorancia y recobrar el conocimiento para tener la facultad necesaria y poder analizar con detalles, todos y cada uno de los puntos que intervienen en matizar la autenticidad que interviene en mi persona para llegar al objetivo que se requiere.
Tengo que dar marcha atrás y situarme en ese primer día, cuando pisé esta Facultad quedando paralizada en el patio llorando de alegría.
¡No podía ser verdad lo que me estaba pasando y lo que había conseguido después de tantísimos años de sueños y esfuerzos hasta conseguir la entrada a esta mi Facultad!
Desde pequeña quise dedicarme a esta carrera (y…no pudo ser). Y…ahora, estoy a punto de finalizarla. ¡Qué cosas! Con Historia de la Pintura e Historia del Arte, primero Dios, como dicen en México, la finalizaré. ¡Qué sueño!
Si mis lágrimas aquel día del patio dieron riendas sueltas, cuando finalice, también lo harán, pero las razones serán diferentes. La primera vez, fueron lágrimas de alegría. Después serán lágrimas de tristeza porque cerraré otra etapa de mi vida y eso me partirá el alma.
La primera vez que pisé este suelo, donde he vivido y he estudiado gran parte del día, me ha hecho sentir la persona más dichosa de este mundo. Para mí, es el máximo premio que me han podido dar en toda mi vida. Iban a quedar tras de mí, años de absoluta soledad luchando para aprender.
Ahora ya no iba a estar sola, pues en ese afán de ir descubriendo los misterios de la pintura, iba a tener maestros. Mis pinceles no iban a ser mis únicos compañeros, los errores que había cosechado a lo largo de tantos años iban a ser corregidos. Atrás, iban a quedar también horas de muchos sacrificios y estudios para poder alcanzar este sueño que ahora estoy viviendo y que cada día se llena de algo nuevo.
Aquí comenzaba un modo distinto de meditar, de detenerme para recapacitar sobre la vida y examinar en la realidad e intimidad de las cosas, del estudio, del aprendizaje, y que contribuyen cada día a su descubrimiento. En cierto modo, era como atrapar entre mis manos algo muy valioso. Ese algo tan valioso como es mi trabajo diario. Con él, he ido dando forma al deseo y pensamiento entre la realidad y lo que quiero.
El arte en general, es de las pocas satisfacciones que nos hacen soñar y que debemos tenerlo como signo de libertad; y esa práctica del arte, servirnos de liberación. Ese universo de nuestros propios sueños, ese paisaje de nuestra vida, más que un motivo, es el mejor sentimiento de alivio, es el remedio más eficaz para mejorar el dolor.
¡Estoy tan satisfecha!
Aquí soy… ¡Felicísima! Ese es mi mayor premio. Mi máxima nota. Tengo que dar gracias por ello. Mi trabajo, mi dedicación, mi esfuerzo, mi Amor por esta carrera. Todo esto y muchas más cosas, me han servido para descubrir y analizar el dinamismo interior que me ha arrastrado hasta este maravilloso proyecto motivado por el deseo de conocer y saber sobre la pintura y el arte en general.
Hay que AMAR para aprender y entender.
Lo que no sé, es… si he amado lo suficiente.
+Capuchino de Silos
'
Querida C. de Silos. Qué bonito ese sentimiento que viviste cuando atravesaste el umbral de la Universidad de tus sueños. Qué suerte poder haberlo realizado. Imagino lo que se debe sentir aunque yo no lo pude vivir así. Cuando tuve 9 años fui programado en un proyecto de vida en el que yo no tuve nada que ver. ¡”Este muchacho será diplomático”! Y me forzaron al máximo con agotadores estudios dobles de bachiller y comercio. Odié aquello y a los 14 años ya estaba dispuesto a enfrentarme a mi padre para decirle que no, que lo que yo quería estudiar era la carrera de mis sueños, aquello por lo que era capaz de emocionarme; Arquitectura.
ResponderEliminarSe me murieron los dos y toda la historia cambió. Solo con que hubiera sobrevivido uno….
El consejo de familia de nosotros, menores de edad, dictaminó que no podía ser y que o estudiaba ingeniería (por proximidad) o que hiciera una oposición a un banco. No sabía muy bien qué era la ingeniería industrial ni casi para qué servía pero mi madre sí me había motivado para estudiar una carrera.
Aprendí lo que era la ingeniería y aprendí a amarla. Me dio muchas alegrías y un más que digno vivir. Imagino que debe ser algo así como cuando terminas casándote con una buena mujer que te da su vida, pero que en el fondo de tu corazón, muy de vez en cuando, recuerdas aquél primer amor de tu vida que pudo haber sido y que no fue.
A los 50 años lo intenté y me matriculé de Arquitectura, pero ya no podía ser, conseguí llegar hasta el segundo año pero trabajar y estudiar me llevaban a jornadas de estudio, y sin ir a clases, imposibles de conciliar con trabajo y un enorme sacrificio familiar. Tuve que abandonar, pero mi corazón se resiente.
Ninguno de mis hijos quiso estudiarla, quizás porque cometí el error de decirles que si lo hacían yo lo haría con ellos. ¿Quizá algún nieto…? ya he dejado dicho que si alguno lo hace, y vivo, le pagaré la carrera; y si ya he muerto vendré para estar con él, como su ángel, en su estudio.
Perdóname que te haya soltado todo este cartapacio, pero el haberte leído con esa frescura de los sentimientos juveniles vividos y con tu música… no lo he podido evitar.
Para eso estamos los amigos.¿No?
Un abrazo
Querido Man. Nos has emocionado y mucho.
ResponderEliminarSé lo que has debido sufrir. Yo lo experimenté en mis propias carnes cuando quise estudiar mi segunda carrera. Mi padre, como buen militar, de los de entonces, montó en cólera cuando se lo comenté y no pudo ser. En aquellos años mi carrera no tenía muy buena fama que digamos. Ahora tampoco. Tengo historias para contar que si mi padre viviera se volvía a morir del susto. BB. AA la hice una vez casada y nunca me he sentido más feliz de haberla hecho.
Ahora, y tengo mis añitos, quisiera matricularme en Filología Hispánica porque adoro nuestra lengua y no hago más que buscar y rebuscar palabras y más palabras. Aprender es un deseo que vive dentro mí.
Otro de mis sueños, hubiese sido arquitectura, como tú, pero el sistema diédrico que tuve que estudiar en la mía, me quitaron las ganitas para siempre.
Precisamente en clase, cuando yo cursaba segundo, tuve un compañero, ingeniero, con 82 años que era todo un fenómeno y dibujaba y pintaba extraordinariamente.
Tu escrito merece TODA UNA ENTRADA, así que si me das permiso, lo publico. Es maravilloso y entrañable. Mi marido y yo nos hemos emicionado.
Tienes un meritazo impresionante y unos amigos que te quieren, como nosotros.
¡Habrá algún nieto! Lo pediremos para no obligar.
Me ha encantado lo que has escrito.
Un fuerte abrazo.
Puedes hacer lo que mejor te parezca. Tu honestidad y buen gusto garantiza mi aprobación.
ResponderEliminarAdemás, todo lo que está en vuestra casa, ya es vuestro.
Un tierno abrazo a los dos
Amiga Capuchino de Silos,
ResponderEliminarEs entrañable y deliciosa esta descripción que nos haces de tus años en la Universidad, con tu ilusión por aprender y adentrarte en un mundo nuevo, en tu mundo, en el mundo de la pintura. Con esa sensibilidad que se percibe a lo largo del escrito, uno se rejuvenece y retrocede a sus años juveniles, a aquellos en los que la ilusión era lo principal de la vida. Hablas del Amor y te preguntas si habrás amado lo suficiente. Con tu forma de explicarte, uno percibe tu capacidad de admiración, de esa capacidad para maravillarse ante lo nuevo de que hablaba Platón, y uno llega a la conclusión de que has amado todo lo que cabía amar en ese momento, también en la convicción de que el Amor es siempre inagotable y siempre va en aumento.
Preciosa reflexión la tuya.
Gracias por la visita que has hecho a mi espacio y por la opinión tan elogiosa de la que has dejado constancia.
Volveré a tu espacio con asiduidad.
Un abrazo,
Antonio
Con tu aprobación lo pondré.
ResponderEliminarLo mismo te digo.
Un fortísimo abrazo
Antonio, muchas gracias por visitar este humilde espacio.
ResponderEliminarLos años universitarios siempre nos llegan como un refresco de recuerdos, que hacen, como tú bien dices, rejuvenecer. Son recuerdos maravillosos y nostálgicos, al mismo tiempo.
Cuando se ama caulquier cosa, una simple limpieza de cristales, te colma. No digamos si vamos más lejos. Los estudios de mi carrera premiaban mis deseos.
Las palabras de Platón, "has amado todo lo que cabía amar en ese momento"...
era eso mismo, amaba en cada momento del día, como si hubiese sido el último de mi vida.
Época maravillosa que no volverá, pero sí, volverán sus recuerdos.
Serás bienvenido siempre. Esta es tu casa.
Un fuerte abrazo
Vaya, mi querida niña, vengo a tu casa y, por hache o por be, siempre me voy emocionada y con los ojos empañados. Ya lo dije en la entrada que le dedicaste a Man, eres especial, y tu sensibilidad absolutamente encomiable. No cambies.
ResponderEliminarBesos y besos.
Paloma, guapa, no me digas esas cosas que no es para tanto, mujer.
ResponderEliminarLo que si es verdad, es que soy como me veis. No tengo dobleces de ningún tipo y si algo no me gusta me defiendo como gato panza arriba, sin molestar, por supuesto.
Soy bastante sincera.
Te tengo mucho cariño.
Muchos besitos y muchas gracias.
La pobre de Ana Magallanes (La Cala) me tiene muy preocupada, y además es chilena. ¿Que te parece?
Es horrible.