¡Se me hace tan
difícil no dispersarme! Sé que son pequeñas faltas pero no quisiera manchar mi
alma con ellas. ¡Es casi imposible! Llegan solas sin que nadie las llame. Por
lo menos tengo, en ese momento, algo que ofrecerle al Señor; esas debilidades,
esas distracciones, que tanto inquietan para vivir la muy querida humildad que
tenían los santos. En seguida me acuerdo de mi preferida santa y le pido ayuda;
una mijita, una pequeñita ayuda nada más. La quiero tener como referencia en mi
vida pues ha vivido como y entre nosotros. “La oración y el sacrificio
constituyen toda mi fuerza, decía, son las armas invencibles que Jesús me ha dado”.
Que mi vida entera sea una oración para llenarla de pequeños sacrificios que
ofrecerle al Señor cada día con cosas insignificantes y pequeñas. Es lo único
que sabría hacer bien. Se lo pido al Señor con todas mis fuerzas; pero debo ser
muy cerril porque se me escapan las mejores.
+Capuchino
de Silos
.
Así nos quiere Dios, con nuestras distracciones , pero volviendo siempre a casa Y ese volver , se le hace más tierno, que todos los sacrificios. Con cuanto cariño deben estar sonriendo en el cielo al leer esta entrada
ResponderEliminarMil gracias Miriam.
EliminarYa sé quién es tu santa preferida... un precioso blog. No sé cómo seguirte.
ResponderEliminarAbrazos
Lo tienes al final del blog.
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