Mientras
tanto, una extraña devoción iba surgiendo dentro con mil rezos cargados de
dolor y llanto, de mezcla azucarada y
sonar a música, que calmaba el alma de baladas cargadas de dolencia.
Andaba ya
descalza y en buena compañía.
Abrigada la
tristeza sobrevolaba el mar llenándolo de lágrimas. Era una paz envolvente que
calentaba mi hogar de las heladas del invierno.
¡Ah secreto!
Volvía a caminar por valles eternos cargados de fuerza donde el viento del sur, cálido y ardiente, llamaba
a mi ventana. De nuevo, como tantas veces, lo encontraba y secaba sigilosamente
la lluvia que llenaba mi rostro.
Me mostraba
su eterna misericordia. ¿No era sino Dios?
+Capuchino de Silos
'
Buenos días Capuchina. La aplica en uno mismo y queda uno sumergido en ella de tal forma que parece tenga agallas para poder respirarla. Sí, amiga, es Él. Un abrazo.
ResponderEliminarDe nuevo tus entradas me afianzan en la fe, eres como un faro de luz y llegar a tu espacio es llenarme de vitaminas el alma. Gracias por ser luz en la oscuridad de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.