Os dejo un texto que me ha parecido muy oportuno hoy, mañana y siempre.
Si algún sacerdote pasa por este humilde blog querría que tomase nota e hiciese lo posible y lo imposible para restablecer el respeto que debe haber en las iglesias, pues es el lugar donde se encuentra Nuestro Padre y Señor que es el Rey de reyes.
Si algún sacerdote pasa por este humilde blog querría que tomase nota e hiciese lo posible y lo imposible para restablecer el respeto que debe haber en las iglesias, pues es el lugar donde se encuentra Nuestro Padre y Señor que es el Rey de reyes.
Léase:
“Ya se ha
escrito mucho sobre el silencio y yo misma, le he dedicado su espacio en mi
muro. Pero, ¿Por qué no insistir un poco más? El Domingo es el día del Señor,
quizás por eso, es el día en el que el ruido es más medible que nunca, dentro
de las Iglesias. Los decibelios suben y suben, hasta hacer imposible, hasta
cinco minutos de oración.
No se trata de pedir una paz monacal, que estaría más
que bien, pero, que el Domingo, resulte el peor día de la semana, para entablar
una conversación con el Señor, en el Sagrario, resulta, cuanto menos,
sorprendente.
Sin duda, los Sagrarios situados en los laterales,
fuera del centro de la Iglesia, han provocado una corriente luterana, que hacen
pensar que no hay presencia real de Jesús. No hay que fijarse mucho, para observar
que, en muchas ocasiones, el Sagrario está completamente abandonado y la gente
se encuentra haciendo oración en cualquier otro punto de la Iglesia, frente a
una imagen o frente a la pared.
¿Qué más da? No, no da igual. No es lo mismo llamar a
un ser querido por teléfono, que acercarte a su casa, saludarlo y pasar un rato
con él. No da lo mismo, no, sino, pregúntaselo al ser querido con nombre y
apellidos, léase por ejemplo, mamá y papá.
Curiosamente, algunos Sagrarios, no tienen bancos ni
reclinatorios y todo gira en torno al altar. Difícil invitar a los fieles a un
rato de oración con Jesús, sino les muestras el camino.
Algún teólogo de la nueva era en la que vivimos, dirá
que el Sagrario en el centro es preconciliar y por eso, la conveniencia de ponerlo
en el quinto pino. Preconciliar, palabra tan de moda, entre las calvas
pensantes nonagenarias, que escriben la nueva teología que nos aparta de Dios,
sí, lees bien, que nos aparta.
Vivimos tiempos extraños, en el ambulatorio médico, un
letrero, "no pongan los pies en las columnas", en el supermercado,
"no manoseen la fruta", en las oficinas, "dejen salir antes de
entrar", en los bares y comercios, "no entren con perros", en
los conciertos, "apaguen sus móviles" y en las Iglesias,
"silencio, estamos rezando"...En fin, ni en la guardería es necesario
darle a los pequeños infantes tantas órdenes, ya que, de manera innata, el ser
humano, muchas las tiene asumidas, hasta que los factores medio ambientales nos
llevan a comer palomitas en un concierto, a no quitarnos la gorra ni ante un
obispo, a que nos suene el móvil en misa, en el restaurante, en el cine...ya no
digo ese silbido que tienen algunos anunciando un wasap cada cinco segundos, a
no levantarnos entre quien entre en una sala, a comer caramelos en los
conciertos, a llamar a Antonia a gritos por la calle, en fin, resumiendo, a
estar en la Iglesia, como quien está en el mercado”
"Auferte
ista hinc! Nolite facere domum Patris mei domum negotiationis ”.
Recordati sunt discipuli eius quia scriptum est: “
Zelus domus tuae comedit me ”.
"Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi
Padre una casa de comercio».
Y sus discípulos recordaron las palabras de la
Escritura: El celo por tu Casa me consumirá"
+M. Celestial
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