sábado, 3 de julio de 2010

Rosalinda y Lúgano


Algún día dije que me gustaban mucho los pájaros. Los pajarracos, no. Esos, me dan miedo, y cada día más. Los que me gustan son los que vuelan de pico y alas. Otros, los poetas que vuelan en brazo de las musas haciendo magia con las palabras, también.
De esos de pico y alas, hace años tuve una suelta con más de ciento cincuenta tropicales, menos dos que eran del país. Rosalinda, una mixta jilguera, cruce de jilguero y canaria, y un lúgano, que se llamaba Lúgano y se creía el amo del mundo pajareril. No compartía con nadie y con todos se llevaba mal. Ni con los de derecha, ni con los de izquierda de la pajarera, que tenían el pico curvo y una mala idea tremenda. Eran asesinos con los más débiles.
Por esta razón, la pajarera estaba separada justamente por la mitad para que no se mataran entre sí. Había, sino, violencia de territorio, de género, histórica, de cuota y mucho de revindicar derechos con pancantas hasta dar muerte algún reiterativo. Había que tenerlos separados a la fuerza. Era lo mejor para ellos y para que nosotros no nos encontráramos, al bueno o al débil de turno, ensangrentado o muerto en algún rincón.
Rosalinda y Lúgano, esperaban cada mañana a que se les abriera la puerta de la pajarera y salían como dos flechas perdiéndose en la lejanía y pasando el día a su aire. Así siempre, un día tras otro.
A la caída de la tarde, los llamaba agitando la lata con la comida en el interior haciendo ruido. Se acercaban, se posaban en algún árbol cercano, y cuando les abría la puerta entraban en la pajarera, uno tras otro, para dormir hasta la mañana siguiente. Parecían personitas muy pequeñas que entendían.
Después de mucho meditar, una mañana les abrí la puerta a todos para que disfrutaran con Rosalinda y Lúgano de ese aire de libertad que les fue robada por mí durante tantos años.


Cotorritas ninfas criando en la pajarera, pero en libertad.


Me entristeció alegrándome. Casi todos volvían a la caída de la tarde con Lúgano y Rosalinda a dormir. Tenían agua, comida y refugio. Ya no hubo más puertas. Los mandarines y las cotorritas ninfas hicieron muchas crías en aquel lugar y en completa libertad. Fue un auténtico disfrute.


+C


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5 comentarios:

  1. Que lindo relato!!!. Yo supe tener un loro, que vivía en completa libertad, tenía la jaula en un árbol, con la puerta abierta y entraba a buscar su girasol y a dormir, porque se sentía protegido.
    Muchos años pasó asi, mi Perico, hasta que un día un dueño de lo ajeno se lo llevó. Espero que lo haya cuidado y le haya dado tanto amor como le supo dar mi madre.

    Besotes de piquitos.

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  2. Alma, me alegra que vengas por aquí.

    Lo mismo que a tu loro, le pasaba a mis pajarillos.Dormían en la pajarera.

    ¡Lástima que os robaran el vuestro! Seguro que la persona que lo robó lo cuidó.

    Algún día contaré una historia preciosa de una paloma que tuve.

    Besitos de piquito, dueño de lo ajeno, ¡qué gracia! Tenéis unas expresiones preciosas.

    Bueno, pues... besitos de piquito.

    Hasta pronto, un abrazo.

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  3. Off the record: Te dejé unos tangos para tí en mi entrada anterior. Ya no están pero eran dos versiones de "Mis buenos Aires querido" y "El día que me quieras".
    ¿Los escuchaste?
    El canto de los pájaros es una de la mejor música que se puede escuchar. Ayer mañana me desperté con una algarabía de pájaros que había en los dos enormes pinos que tenía frente a mi ventana en la casa de Las Lomas.
    El otro día tu blog no funcionaba, daba error.

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  4. Man, este aparato me está funcionando mal y se me han borrado un montón de cosas. Tus entradas no las he visto, porque no me han llegado. Tiene que venir el informático a revisarlo.
    Trataré de visitarte de otra manera para escuchar los tangos que me encantan.
    Muchas gracias por vuestro cariño y por tu visita. ¿Estás mejor? Lo espero y deseo. Un besazo a tu mujercita.

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  5. ¡Qué maravilla!

    A mi padre le encantan los pájaros, desde bien pequeñito ha criado pájaros "nacionales" de casi cualquier raza (jilgueros, mixos, canarios, camachos etc...)

    Posteriormente empezó con los tropicales y es aquí cuando me aficioné un poquito yo también.

    He tenido diamantes mandarines (que me criaron muchísimo), picos de coral, diamantes de gould, degollados etc...

    En fin, este post me ha traído muy buenos recuerdos.

    PD: Lo de la pajarera al aire libre tiene que ser genial...

    Un abrazo

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