Pinchar en la dirección roja y después en el pajarito cuando empiece a nevar.
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+Capuchino de Silos
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La hoja del Ginkgo simboliza el tema de Goethe.
Goethe envió a su amada una hoja de Ginkgo el 15 de Septiembre de 1815 con este poema:
¿Será este árbol extraño
algún ser vivo que un día
en dos mitades se dividiera?
¿O dos seres que tanto se comprendieron
que fundirse en un solo ser decidieran?
La clave de este enigma tan inquietante
Yo dentro de mí mismo creo haberlo hallado:
¿no adivinas tú mismo, por mis canciones
que soy sencillo y doble como este árbol?
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En los días de mi más remota antigüedad, cuando el temblor primero del habla llegó a mis labios, subí a
la montaña santa y hablé a Dios, diciéndole:
-Amo, soy tu esclavo. Tu oculta voluntades mi ley, y te obedeceré por siempre jamás.
Pero Dios no me contestó, y pasó de largo como una potente borrasca.
Y mil años después volví a subir a la montaña santa, y volví a hablar a Dios, diciéndole:
-Creador mío, soy tu criatura. Me hiciste de barro, y te debo todo cuanto soy.
Y Dios no contestó; pasó de largo como mil alas en presuroso vuelo.
Y mil años después volví a escalar la montaña santa, y hablé a Dios nuevamente, diciéndole:
-Padre, soy tu hijo. Tu piedad y tu amor me dieron vida, y mediante el amor y la adoración a ti
heredaré tu Reino. Pero Dios no me contestó; pasó de largo como la niebla que tiende un velo sobre las
distantes montañas.
Y mil años después volví a escalar la sagrada montaña, y volví a invocar a Dios, diciéndole:
-¡Dios mío!, mi supremo anhelo y mi plenitud, soy tu ayer y eres mi mañana. Soy tu raíz en la
tierra y tú eres mi flor en el cielo; junto creceremos ante la faz del sol.
Y Dios se inclinó hacia mí, y me susurró al oído dulces palabras. Y como el mar, que abraza al arroyo
que corre hasta Él, Dios me abrazó.
Y cuando bajé a las planicies, y a los valles vi que Dios también estaba allí.
Khalil Gibran
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A la sombra del templo mi amigo y yo vimos a un ciego, sentado allí, solitario.
-Mira -dijo mi amigo-: ese es el hombre más sabio de nuestra tierra.
Me separé de mi amigo y me acerqué al ciego. Lo saludé. Y conversamos.
Poco después le dije:
-Perdona mi pregunta: ¿desde cuándo eres ciego? -Desde que nací -fue su respuesta.
-¿Y qué sendero de sabiduría sigues? -le dije entonces.
-Soy astrónomo -me contestó el ciego. -Luego, se llevó la mano al pecho, y dijo:-Sí; observo
todos estos soles, y estas lunas, y estas estrellas. Khalil Gibran
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Hadas encantadas:
Salid de vuestros cuentos encantados.
Yo, os contaré los míos como secretos muy guardados que no me atrevo a contarlos.
No sé si tendréis hijos o hermanos, pero en dónde vivimos todos os necesitamos.
Realizad estos mis deseos que al oído os he contado, y si lo veis oportuno evocad algún conjuro...con sigilo... muy bajito... muy discreto, muy tapado. y...cubrirlos ¡muy velados! para disfrazar un cuento,
sin misterio,
para niños.
....y que pueda ser contado.
+Capuchino de Silos
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Fusa, mi perra, es una seductora de primera línea.
En estos momentos, mientras escribo, está enroscada en su cojín descansando de sus juegos.
Cuando tenía tres o cuatro meses tenía el pelo de la cabeza oscuro y el resto del cuerpo blanco puro, en un largo, que le hacía tapar sus ojitos negros vivarachos y tapándole, casi, sus patitas. Todo el mundo se le rendía por su aspecto de peluche viviente. Causaba particular impresión que algo tan pequeñín pudiara ser tan
rápido en movimientos y mostrarse decidido para todo.
Tenía el rabo poblado de pelo acaracolado hacia arriba en movimiento continuo como símbolo de espiritu alegre y jovial y así ha continuado. En los dos años que llevo con ella sólo lo baja cuando está relajada, barriendo el lugar por donde pasea; el resto del tiempo lo lleva erguido, y, muy largo ahora, cual plumero de "armao de la Macarena"; (hombre vestido como los antiguos soldados romanos, que suele acompañar el paso de la procesión y guardar a esta Virgen en Semana Santa). Es una amante extraordinaria, siempre dispuesta a correr y a jugar buscando su pelota, su muñeco de trapo o su hueso.
Cuando enojada, por alguna causa, le levanto la mano amenazante, entonces, su rabo, en lugar de mustiarse, se agita, y sus ojitos, clavados en los míos, son los de aquella que sabe que ha hecho mal, pero aún así considera que el intento ha merecido la pena. Me alegro, siempre, que disfrute y doy las gracias por tenerla.
Cuando mi hija ha adquirido su perrita Luly no la ha aceptado con señales de cariño, más bien de descontento y de silencio a pesar de ser una cachorrita.
Sería razonable afirmar que si alguien no está dispuesto no solo a cuidar de un perro, sino también a quererlo, no debería tener ninguno. Necesitaba una compañía y nada más lejos de la calumnia que un perro. En realidad, los perros parecen gozar de todos los privilegios y Fusa y yo podíamos pasar juntas días enteros.
Con la presencia de Fusa a mi lado me siento acompañada por mi amiga y "protectora".
Qué cariñosa es conmigo, con la familia, qué considerada y amable. Con el tiempo hemos descubierto que, además es bastante más inteligente que algunos caninos que están dotados de un grado elevado de inteligencia, como puede ser el pastor alemán.
No cabe la menor duda de que Fusa, sea yo lo que sea, tiene desenvoltura, facilidad, destreza, es obediente, cariñosa, inteligente y se muestra dispuesta a afrontar la vida con la actitud apropiada.
¿Y cuál es la actitud apropiada?
La de Fusa: mantener el ánimo alto y agitar el rabo con brío hasta el final.
+Capuchino de Silos
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Este fósil viviente ha sido testigo de la historia desde hace millones de años (hay una hoja fósil con 270 millones de años de antigüedad).
Cuando desde su altura nos ve frenéticos pasar, (también vio correr a los gigantes dinosaurios del jurásico) qué pensará?...
Pero generoso en otoño nos regala una lluvia de doradas hojas hasta nuestros pies.
Este árbol puede alcanzar los 35 metros de altura, pero el ingenio del hombre lo ha podido reducir hasta escasos centímetros. En estas fechas se pueden recoger sus hojas doradas. Hay que mirar al cielo para conocer a la Ginkgo y brindarle su homenaje.
Una admiradora del Ginkgo biloba.
"Reconozco tener mis inclinaciones de idiota, (otra más). Por ejemplo: me gusta coleccionar hojas de otoño, las que voy juntando en mis libros viejos (el papel de sus páginas es de mejor porosidad para secar las hojas) Selecciono las bonitas o las más "tiernas" o más las "simpáticas" o las que me recuerdan algo o a alguien y las pongo bellamente bajo el vidrio de mi escritorio. En la calle no puedo resistirme a la tentación de agacharme para recoger esa y esa otra y aquella, pareciera que todas me piden: "¡llévame contigo!" A veces provoco choques en cadena con las personas que vienen tras mío. En mi último viaje a Santiago, caminando por la calle Bandera, sorpresivamente me vi frente a un resplandor dorado, era otra Ginkgo biloba meciendo sus hojas amarillas, como monedas de oro reluciendo a contra luz. Crucé emocionada, como una niña maravillada ante un árbol de navidad lleno de luces. La Ginkgo biloba estaba en el interior de los jardines de lo que fue el Congreso Nacional hasta el año 1973. No podía entrar, entonces comencé a buscar las inconfundibles hojas con forma de pequeño abanico, tiradas en la calle a medio pisotear. Apoyados en la fornida reja de la propiedad estaban una anciana discapacitada y un vendedor ambulante, conversaban despreocupadamente, tuve la intención de comentarles mi descubrimiento pero temí que me creyeran una idiota. recogí unas cuantas hojitas y contra mi voluntad me alejé de ahí, antes miré al cielo y me despedí de este árbol que tuvo la suerte de conocer a los dinosaurios. La Ginkgo biloba, un mudo testigo de la historia del mismo hombre que le tomó tantos millones de año levantarse y llegar al que es hoy: muchas horas sentado frente a un computador. Qué idiota soy".
La Ginkgo biloba de la fotografía, mi ginkgo, preside la entrada a mi estudio. Me lo regaló un gran amigo mío, y aunque verde todavía, se va volviendo oro para anunciar la Navidad. En unos días sus hermosas hojas se habrán vuelto de un dorado intenso para avisarnos que llega el frío. Por eso quería perpetuar el paso de otoño a invierno de este precioso árbol.
+Capuchino de Silos
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"Y un hombre dijo, entonces: Háblanos del Conocimiento propio.
Y él respondió: Vuestros corazones saben, en silencio, los secretos de los días y las noches.
Pero vuestros oídos padecen por el sonido del conocimiento de vuestro corazón.
Querríais saber, en palabras, lo que siempre supísteis en pensamientos;
Querríais tocar con vuestras manos el cuerpo desnudo de vuestros sueños.
Y es bueno que lo hicierais.
El manantial escondido de vuestra alma necesita brotar y correr murmurando hacia el mar;
Y el tesoro de vuestros infinitos arcanos sería revelado a vuestros ojos.
No pongáis balanzas para pesar vuestro tesoro desconocido.
Y no registréis los arcanos de vuestro conocimiento con palos ni sondas.
Porque el yo es un mar inconmensurable.
No digáis "He hallado la verdad" sino más bien "He hallado una verdad".
No digáis "He encontrado el alma caminando en mi senda.
Porque el alma camina sobre todas las sendas.
El alma no camina en línea recta, ni crece como un bambú.
El alma se despliega como un loto de innumerables pétalos".
Khalil Gibran
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“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera.
Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero dejaría que él sólo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Siempre di lo que sientes y haz lo que piensa.
Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
Siempre hay una mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.
El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo.
Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que lo necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento”, “perdóname”, por favor, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos.
Demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan.
Para ti con mucho Cariño y amor”.
Gabriel García Márquez
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