domingo, 11 de agosto de 2013

Cómo participar en la Santa Misa




“Todavía no te he hablado del sol de las prácticas espirituales, que es el santísimo y muy excelso sacrificio y sacramento de la Misa, centro de la religión cristiana, corazón de la devoción, alma de la piedad, misterio inefable, que comprende el abismo de la caridad divina, y por el cual Dios, uniéndose realmente a nosotros, nos comunica magníficamente sus gracias y favores.
 La oración, hecha en unión de este divino sacrificio, tiene una fuerza indecible, de suerte, Filotea, que, por él, el alma abunda en celestiales favores, porque se apoya en su Amado, el cual la llena tanto de perfumes y suavidades espirituales, que la hace semejante a una columna de humo de leña aromática, de mirra, de incienso y de todas las esencias olorosas, como se dice en el Cantar de los cantares.
Haz, pues, todos los esfuerzos posibles para asistir todos los días a la santa Misa, con el fin de ofrecer, con el sacerdote, el sacrificio de tu Redentor a Dios, su Padre, por ti y por toda la Iglesia. Los ángeles, como dice san Juan Crisóstomo, siempre están allí presentes, en gran número, para honrar este santo misterio; y nosotros, juntándonos a ellos y con la misma intención, forzosamente hemos de recibir muchas influencias favorables de esta compañía. Los coros de la Iglesia militante, se unen y se juntan con Nuestro Señor, en este divino acto, para cautivar en Él, con Él y por Él, el corazón de Dios Padre, y para hacer enteramente nuestra su misericordia. ¡Qué dicha experimenta el alma al unir sus afectos a un bien tan precioso y deseable!
Si por fuerza no puedes asistir a la celebración de este santo sacrificio, con una presencia real, es necesario que, a lo menos lleves allí tu corazón, para asistir de una manera espiritual. A cualquiera hora de la mañana ve a la iglesia en espíritu, si no puedes ir de otra manera; une tu intención a la de todos los cristianos, y, en el lugar donde te encuentres, haz los mismos actos interiores qué harías si estuvieses realmente presente a la celebración de la santa Misa en alguna iglesia.
Ahora bien, para oír, real o mentalmente, la santa Misa, cual conviene:
1) Desde que llegas, hasta que el sacerdote ha subido al altar, haz la preparación juntamente con él, la cual consiste en ponerte en la presencia de Dios, en reconocer tu indignidad y en pedir perdón por tus pecados.
2) Desde que el sacerdote sube al altar hasta el Evangelio, considera la venida y la vida de Nuestro Señor en este mundo, con una sencilla y general consideración.
3) Desde el Evangelio hasta después del Credo, considera la predicación de nuestro Salvador, promete querer vivir y morir en la fe y en la obediencia de su santa palabra y en la unión de la santa Iglesia católica.
4) Desde el Credo hasta el Padrenuestro, aplica tu corazón a los misterios de la muerte y pasión de nuestro Redentor, que están actual y esencialmente representados en este sacrificio, el cual, juntamente con el sacerdote y el pueblo, ofrecerás a Dios Padre, por su honor y por tu salvación.
5) Desde el Padrenuestro hasta la comunión, esfuérzate en hacer brotar de tu corazón mil deseos, anhelando ardientemente por estar para siempre abrazada y unida a nuestro Salvador con un amor eterno.
6) Desde la comunión hasta el fin, da gracias a su divina Majestad por su pasión y por el amor que te manifiesta en este santo sacrificio, conjurándole por éste, que siempre te sea propicio, lo mismo a ti que a tus padres, a tus amigos y a toda la Iglesia, y, humillándote con todo tu corazón recibe devotamente la bendición divina que Nuestro Señor te da por conducto del celebrante.
Pero si, durante la Misa, quieres meditar los misterios que hayas escogido para considerar cada día, no será necesario que te distraigas en hacer actos particulares, sino que bastará que, al comienzo, dirijas tu intención a querer adorar a Dios y ofrecerle este sacrificio por el ejercicio de tu meditación u oración, pues en toda meditación se encuentran estos mismos actos o expresa, o tácita o virtualmente”.


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lunes, 5 de agosto de 2013

Nada es casual

Santa María la Mayor de Roma


El día 5 de julio caía en mis manos un precioso libro que voy leyendo cada día meditándolo. En su interior, casi en el centro del libro había una estampa de la Virgen y fueron sus páginas las primeras que leí en ese mismo momento.
Hoy, 5 de agosto, en el día de la Virgen, casualmente un mes más tarde, también Ella me trae hasta aquí (hasta este crítico instante no he tenido internet) para que escriba lo que en aquellas páginas leí referente a la santa quietud en sus diversos grados, para decir, entre muchos bellos pensamientos, que algunas veces el alma “ni oye ni habla a su Amado, ni advierte señal ninguna de su presencia...



 ...Tomemos aún, la libertad de imaginarnos el siguiente caso. Si un escultor hubiese colocado en la galería de un gran príncipe una estatua, la cual estuviese dotada de entendimiento, y supiese hablar y discurrir, y se le preguntara: Oh hermosa estatua dime, ¿por qué estás tú en este lugar?, respondería: Porque mi dueño me ha colocado aquí. Y si se replicase: Pero ¿por qué estás tú sin hacer nada?, diría: Porque mi dueño no me ha colocado para que hiciese cosa alguna, sino solamente para que estuviese aquí inmóvil. Y si de nuevo se la instase, diciendo: Pero, oh pobre estatua, ¿de qué te sirve estar de este modo? ¡Oh Dios!, respondería, yo no estoy aquí para mi interés o servicio, sino para obedecer y servir a la voluntad de mi señor y escultor, y esto me basta. Y si se volviese a insistir de esta manera: Dime, pues, oh estatua, ruégote, tú no ves a tu señor, ¿cómo pues, recibes contento con contentarle? No, ciertamente, confesaría ella; yo no le veo, porque tengo ojos, mas no para ver; tengo pies, mas no para caminar; pero gozo con saber que mi amado dueño me ve aquí y toma placer en verme en este sitio.

Y si todavía se continuara la disputa con la estatua y se la dijese: Pero ¿no querrías tú gozar de movimiento, para aproximarte al artífice que te ha hecho, a fin de hacerle algún otro mejor servicio? Sin duda, contestaría negativamente y protestaría que no quería hacer ninguna otra cosa sino lo que su dueño quisiese.- ¿Qué pues? Se concluiría, ¿luego tú no deseas nada sino ser estatua y permanecer inmóvil en esa hueca hornacina? Así es, en efecto, diría finalmente esta Y es que la naturaleza es así: generosa, caprichosa, se sabe bella, llena de color, muy femenina y sobretodo sabia pues posee toda la sabiduría de la que le ha dotado Dios Creador. Estatua; yo no quiero ser nada sino estatua, y estar siempre dentro de esta hornacina hasta que mi escultor quiera, contentándome con estar aquí y de este modo, puesto que éste es el contento de aquel para quien soy y por quién soy lo que soy”
Si Ella estaba en aquellas páginas no era casual. Lo aseguro.



+Capuchino de Silos


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miércoles, 3 de julio de 2013

Oh mi buen Dios




El día ya se está yendo.
Ya se aleja.
Ya no se ve.
Ya no se escucha.
Ya se va para siempre.

Y se va entregándose al sueño;
al sueño eterno entre sombras y soplos de noche cerrada.
Su figura se hace frágil, sombría, con quebradizas plegarias, con serenas cadencias en sus recuerdos.
Alargar el día quiere, pararlo. Hilar y tejer otro muy diferente manto que pueda llegar a los espíritus celestes.

Pero ese día ya se ha ido, ya no vuelve.
Y hasta el cielo llegará de nuevo mi pregunta...
...y yo por ti ¿qué he hecho?

+Capuchino de Silos


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