Hoy, que fue ayer,
amaneció sin sol y el cielo tenía un velo gris de tul y agua. Los aires
callaban y escondidos jugaban por encima de las nubes. El olor a tierra mojada perfumaba mi paseo con toda su
fragancia de sabiduría.
La suave frescura
me atrapó, me enamoró con dulzura y voluntad nueva; porque aquel manto dotado
de hermosura me había colmado con oro un bello preludio en la mañana.
+Capuchino de Silos
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