Llegaba a casa después de
Misa y al abrir la puerta de la calle, sobre una butaca del porche, un maravilloso
ramo de flores casi silvestre y una cuartilla en la que se leía:
“Debemos
procurar que cada día se renueve nuestra amistad y cariño pasando por la virtud
de la perseverancia que es el fin de toda perfección como quiere el Señor.
Afianza lo que tengas que es mucho. Podrás tener alas como las águilas para
volar sin debilitarte, y recibirás la virtud para que puedas seguir resistiendo.
Pídele al Señor fuerzas para correr y ganar en la carrera y pueda quedar en el
alma la constancia del Espíritu Santo, así como quedó en Cristo cuando murió en
la cruz; como se la dio a los Apóstoles y a todos los que han perseverado en la
oración. Sólo aquellos que resisten, reciben esa gracia y siguen con gran energía
todas las cosas de Dios que los consuela día tras día. Podrás decir como decía
Job /Job 29,18-20): “Multiplicaré mis días como palma; mi raíz abierta está
cerca de las aguas, y el rocío se detenía en mi segada; mi gloria siempre se
renovará, y mi arco en mi mano será restaurado”
Como decíamos en
el colegio:
“Viva Jesús
Sacramentado – Viva y de todos sea amado”
Hoy más que
nunca.
María”
+Capuchino de Silos
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